domingo, diciembre 28

    Fervor por los nopales

    Fotografía: Altamar


       ¡Ash! Yo quería escribir un posto bien jocoso y lleno de mentirillas malsanas para chamaquearlos este día de los inocentes, pero tras veinticuatro horas de concienzuda meditación nada interesante resultó además de esta inocente confesión.

       Ya será el próximo año.

    jueves, diciembre 25

    Cambiando de tradiciones

    Fotografía: aaflotante


    Aburridos del bacalao noruego, este año decidimos modificar el menú navideño y probar las supuestas delicias provenientes del fondo de Bikini.

    miércoles, diciembre 17

    Gente valiente

    Diciembre

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    Fotografía: · skëne ·


       Llegó algo agitado, quitándose el sudor de la frente al tiempo que me saludaba, se sentó, encendió un cigarrillo y así sin más preámbulo lo soltó.

       -Voy a escribir una novela.

       Sonreí, nada más se podía hacer. Argüir que es un sueño estúpido, que morirá de hambre en el proceso, y que nadie lo querrá publicar, es algo que ya ha escuchado de su padre. Ya su madre le auguró mejor suerte como periodista. Alentar su delirio de escritor, no es tarea mía, ya bastante tiene con las incontables lisonjas de sus profesores. Y aun cuando me gustaría decirle que hoy día hacer una novela es más bien un acto de nostalgia o un mero arrebato de soberbia, preferí invitarle una cerveza y robarle un cigarrillo.

       -No, mejor pido un chocolatito- concluyó.

    martes, noviembre 25

    V

    Fotografía: Ferran.


       Puras nostalgias. Éste frío que hace quebradiza la piel, ablanda el alma. Y nos es que guste de recorrer viejos senderos, pero nunca se olvida la ruta que hasta aquí nos trajo. Y estos plurales tan amistosos, tan inclusivos, solo me sirven para evadir mencionar tus nombres.

       Pareciera que estas veredas fueran las mismas de ayer, pero no, aunque sí, no. Ahora estoy del otro lado, siempre hay un lado nuevo, o cuando menos me lo invento. Porque el camino recto aburre, siempre ando haciendo rodeos innecesarios, quizá en un raro intento de encontrar algo nuevo. Lo nuevo acontece, no se encuentra, que si uno lo encontrara, ¿qué de nuevo tendría eso?

       Pero trato de no tomarlo muy a pecho, porque cuando tengo sueño confundo el es con el fue y el será. Ya ven, conjugar no es mi mejor arte. Apenas me mezclo con un poco de licor y todo se olvida.

    domingo, noviembre 23

    O

    Fotografía: KhayaL


       El problema es que uno lo piensa mucho. Porque a fin de cuentas pensar es eso: hacerse pendejo. Los que no piensan son pendejos, los que pensamos solo nos hacemos pendejos, he ahí la diferencia que nos hace a todos iguales. Así es:

       Uno va por la calle y, de pronto, sin deberla ni temerla, somos víctimas de una injuria. Nos volvemos y respondemos con otra injuria, ¡no!, mejor acabamos todo eso a punta de golpes, ¡mejor aún!, a cuchilladas, es más, sacamos el plomo y ¡a ver qué hidesureputísima se nos vuelve a cruzar enfrente! Pero no, nada de esto hacemos, porque hacer eso es de bárbaros, de palurdos e ineptos que no reconocen otra ley que la de los puños.

       Está bien, lo indicado es dialogar con el agresor y así limar las asperezas, porque el diálogo es la vía, es el camino al monólogo. Pues segurito el hideputa aquel es un hijo de perra bravucón y deslenguado, y apenas abramos la boca lanzará sus colmillos sobre nuestra yugular. Ni la pena vale hablar con semejante animal, concluimos.

       Pero bajar la cabeza ante tal engendro, ¡nunca! ¡Que ni en presencia del mismísimo dedo de dios me inclinado! Porque nuestra sapiencia nos ha dado algo que a los brutos les fue negado: la soberbia. Así que levantamos nuestra cabeza sobre las nubes, avanzamos lento pero con paso seguro, y hacemos como si ninguna injuria hubiese sido lanzada sobre nosotros. Porque, ¡qué importan las palabras, los golpes, la ruina, cuando uno no es amo y señor de sus propias pasiones! ¡Nada!

    sábado, noviembre 22

    N

    Fotografía: Eva the Weaver

       

       Y hace un par de días volvieron las ganas de escribir.

       Pero así como todo, el arribo fue glorioso y el partir prematuro.

       

    martes, noviembre 11

    ¿Alguien se acuerda qué mes es éste?



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    Fotografía:  Yuumei


       La verdá es que ando algo desorientado. No sé ustedes, pero yo cada día me encuentro menos, quizá sea que he cesado de buscarme, o será que ya me acostumbré a este cómodo desconocimiento de mí. ¡Bah! ¡Qué va! Tanta meditación me da dolor de tatema.

       Vuelvo, en serio, no tardo.

    viernes, octubre 31

    Hace diez años intenté dejar de fumar

    Los zapatistas son el camino


       Van ustedes a creer que La Máquina Insurrecta del Sur habla bien de mí, ¡Dios mío, a dónde va a parar este mundo! La verdá es que yo estaba requetenervioso, no sabía ni que decir, sonreía bobamente -más que siempre. Me parecía poco apropiado preguntarle sobre sus ligues: y le pregunté. Admito que no esperaba tal minuciocidad al contar los detalles exactos en que las... bueh... no hay por qué rememorarlo todo. Basta decir que me cayó tan bien como desde el primer día que leí su bló (muy bien, pues). Aunque creo que se molesto un poquillo cuando le robé su último cigarro, porque además no lo pedí amablemente: ¡Ey, tú, las máquinas no fuman, dame esa cosa o te arranco los circuitos!

       En fin...

       El viaje al Hoyín del Infierno fue insólito, así: insólito.

       [Todos, por favor, pongan cara de sopresa a las tres: ¡1, 2, 3! ¡Sorpresa!]

       Ahora, si me permiten -y aunque no- concluiré este posto. Mañana quizá amanesca, y quiza haya otro posto, de ser así, mañana seguiré con mi gusto por las esdrújulas, por los participios futuros, y por las muchas redundancias.

    martes, octubre 7

    Extraño

    Vía: the horror blog


       Él los engañó: no tenía ninguna historia entre dientes. Sin la más mínima consideración hacia ustedes: mintió. Así: clara y rotundamente (porque la falsedad es una elemento esférico, según los físicos) les sembró la semilla de lo imaginario en sus confiadas almas. (Claro que hubo quienes -e hicieron bien– ni caso le prestaron.)

       Más les valdrá no volver a fiarse de este sujetillo de tan mala cuna. Porque -y no es por infamarlo más de lo necesario– han de saber ustedes que apenas si éste había salido del vientre materno cuando ya andaba fingiendo –FINGIENDO- los alaridos que cualquier neonato da. Y no es por disculparlo, pero el pobre nació sin conocimiento alguno, a diferencia de todos los demás, su sesera se hallaba vacía, hueca como un coco (con agua dentro, obvio).

       De niño, durante el recreo, abría su lonchera y solo encontraba remedos de torta: bolillos -cuando tenía suerte– rellenos de azarosos ingredientes que su madre alcanzaba a pescar en la alacena, que mezclaba y sofreía dizque para sazonarlos bien y alimentarlo mejor. Sustancias realmente asquerosas -tanto como él mismo– eran las que tenía que almorzar. Sin embargo, el muy listo se tragaba todo de una manera tan suculenta, tan deliciosa, tan sabrosa, que todos -me incluyo entre ellos– lo envidiaban. Cualquiera hubiera matado por probar aquello, no importaba cuan mal se viera u oliera, la cara de él se desbordaba de placer a cada mordida. Jamás compartió un poco de aquello, siempre engullía hasta la última migaja, cosa que solo aumentaba las especulaciones sobre su madre: ¿será repostera, chefa, maga o qué? Nos preguntábamos.

       Su vida en conjunto no ha sido sino una sarta de mentiras, una colecta de plagios, una serie sin fin de imitaciones y burlas. No conoce el respeto, ni la verdad. Entre sus actos más graves no solo se cuenta el intento inverosímil de suplantar a Dios, sino también el vergonzoso caso de hacerse pasar por Lady D cuando andaba vestido de Queen Elizabeth II.

       Nada puede creerse de este gañán, hasta el semblante le es falso, es todo máscara y persuasión. Es puro cuento, no le escuchen, cierren los oídos en su presencia.

       Yo, en cambio, si tengo algo importante que contarles.

    sábado, octubre 4

    Me gané sesenta pesos

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    Fotografía hurtada a: aloquita


    Y me sentí especial. A últimas fechas mi vida se balancea entre la haraganería y la desidia. Hay días en los que nunca amanece. No es la tristeza lo que me invade, ¡dios quisiera fuera ella!, pues de hecho me encuentro rebosante de alegrías. Hace días traigo un cuento atorado entre las amígdalas, las cuales nunca han gozado de un buena salud, y a cada rato andan inchándose, poniéndose rojas y excretando pus a los cuatro vientos. El doctor me aconsejó asistir a una sesión de la Iglesia Ecuménica de los Paupérrimos en los Últimos Días. Sospecho ligeramente de las intenciones de mi médico. Lo conozco hace tiempo, cuando solíamos ir juntos y de la mano a comprar las botellitas de mezcal que nos embriagaron durante la juventud. Nos separamos la triste tarde en que nuestro vinatero nos advirtió los riesgos de seguir bebiendo aquel elixir: pueden acabar mal, perder la vista o empezar a delinquir, mejor beban algo más mejor. No le hice caso, por supuesto, solo quería que gastáramos más en botellas de vidrio, con etiquetas de oropel y nombres de renombre grabados sobre la tapa. Después de todo no me hallo tan mal, al vinatero debe retorcérsele el hígado cada vez que me ve paseando por la calle. Porque dígame usted si no le resulta del todo envidiable este estado de parcial putrefacción y abandono del que goza un desempleado nunca antes empleado.


    martes, septiembre 23

    Microbús IV

    Fotografía: loborroso


       Aquél era un día infernal, digno de un milagro vaticinado. Hacía horas que me encontraba apretujado entre un montón de zutanas y fulanos, enclaustrado en el caparazón inclemente de un microbús, atascado en medio de mil autos en una de las humeantes arterias de la ciudad. Meditaba acerca de nada, mi cabeza estaba sometida bajo el yugo de los hedores que el calor hacía emerger de mis congéneres, cualquier idea por brillante que fuera hubiera terminado sofocada por aquella situación que hacía parecer al averno un mero pozole tibio. Cada gota de sudor que patinaba sobre mi frente, contrario a su función natural, solo lograba enardecer mi enfado. Mi alma crepitaba con vehemencia, como una súplica a la iracunda diosa de la desesperación. Por fortuna, el constante aroma a gasolina y óxidos de carbono conseguía apaciguar todo conato de trifulca, suicidio u homicidio. La mirada se escabullía entre las rendijas que dejaban los cuerpos apiñados, buscando ansiosa un respiro de consuelo, aunque fuese la esperanza de una brisa al mirar por el parabrisas. Fue entonces que noté al chofer sumergido en cierto trance del que ahora poco puedo explicar, al instante siguiente se levantó sobre su propio asiento y habló.

       -Por razones de seguridad, que pronto le serán claras, hemos decidido, amables pasajeros, que esta unidad debe ser desalojada lo más pronto posible. Sin ninguna duda su dinero les será devuelto en el transcurso de los próximos días, como marca la ley.

       Hubo quejas y rechiflas, pero impasible, el carirredondo conductor convenció a todos para que acataran el mandato antes expuesto. No se detuvo ante ningún reclamo, no hizo caso a las amenazas, ni prestó atención a las múltiples ofensas que varios le recitaron a todo pulmón. A mí, con verle los ojos vacíos de cordura me bastó para descender sin gemir la menor queja.

       Apenas la última señorita bajó del vehículo, el chofer tomó asiento, apagó el motor y el tremendo armatoste en un parpadeo redujo sus dimensiones hasta alcanzar un tamaño inapreciable para la ramplona vista humana. El pequeño grupo de evacuados, someramente maravillados por lo ocurrido, pero en general más preocupados por la puntualidad, se disgregó entre los automóviles varados, tomando cada quién su propio rumbo. Por mi lado, busqué la tienda más cercana, moría de sed.

       Semanas después, y como obrado por dios, encontré en uno de los rincones de mi buzón un diminuto sobre, el cual apenas podía retener en su interior las tres moneditas de un peso que un tal Pável remitía para mí, según indicaban unas minúsculas grafías en su exterior. Éste es precisamente el motivo para escribirle, no únicamente para elogiar la honestidad de sus empleados, sino para compartir con usted la alegría de saber que aun hay en el mundo gente honrada y decente.

    sábado, septiembre 20

    En el fondo



    -Se ven bien juntos, ¿no te parece?

    -Algo.

    -Èl le obedece en todo, así parece al menos.

    -Como tú conmigo.

    -Bueno, pero así estamos bien, ¿no?

    -No me quejo.

    -Ni ella de él.

    -Hasta ahora.

    -¿Te molestó alguna vez?

    -Para nada, se ve buen chico.

    -Me refería a mi pasividad.

    -En algún tiempo sí, después entendí que era lo mejor.

    -Lo menos peor, se puede decir.

    -No es eso, porque en el fondo no eres un haragán, es solo cuestión de darte empujoncitos para que te animes a vivir.

    -Eso me hace sentir tan patético.

    -Quizá solo a oidos de los demás, y ¿eso qué interesa?

    -Se nota cuánto me quieres.

    Fotografía: uupsxpeponnaa

    martes, septiembre 16

    Entre dones

    Fotografía: 80slokos


    -¿Qué tal ves al muchacho este? Se nota que es algo pazguato, ¿no crés?

    -Pues...

    -Digo, miralo, ahi'stá nomas esperando a que tu niña le diga qué hacer, hasta me da pena el pobre. Ha de ser uno de esos que necesitan dueña para ser alguien.

    -Mmm...

    -Tú sabes, de'sos que no van a mear sin pedirle permiso a su esposa. Como mi primo Rubén que todo el día no está sino atendiendo los caprichitos de su mujer. Vas a creer tú que la otra vez me lo tope en el mercado comprando un tinte para su esposa. En cuanto el infeliz me vió se sonrojo todito, no sabía dónde esconderse para evitar la vergüenza. Amablemente corrí a saludarlo, no podía perderme la oportunidá. Le pregunté por Carmela y los niños, me contestó que todo andaba bien, que ya tenía trabajo. Después me enteré que el trabajo ese lo consiguió gracias a las influencias de Carmelita. ¡Que desgraciada la vida de él que no puede hacerse de un empleo por cuenta propia! Esa es la clase de idiotas que hoy en día uno se encuentra por todas partes, pusilánimes que se esconden tras las enaguas de sus amas, que no asoman la cabeza si ellas no se los ordenan así. ¡Vaya mundo este que nos tocó!

    -Al menos mi niña se ve feliz con el pazguato, mira nada más esa cara de alegría que se trae.

    -¿Felicidad? ¡Uno no vive de alegrías! ¡Aquí uno se chinga o lo joden, porque al que es cobarde que lo cuide su madre! Harás bien en decirle a tu hija que el enclenque este no le conviene nada, que mejor se busque alguien que sí valga la pena, alguien que pueda dar la cara cuando se necesite, alguien que no le tema ni a dios, un hombre, con todas las letras, pues.

    -Y, ¿tu mujer por qué no vino a la fiesta?

    -Es que fue con el médico. Vas a creer tú que la muy torpe se volvió a caer por las escaleras.

    miércoles, septiembre 3

    I'm Floating

    ...por qué no.




    Iucundus.

    Chispas



    Aquella límpida mañana su cabeza se había despejado, todo resultaba tan claro como el insondable azul del cielo. Ni la más temeraria nube, ni el más sutil pensamiento osaron asomarse por lo ancho del horizonte. Pero semejante gloria no podía exceder las fronteras del instante.

    La noche anterior... resulta ahora inefable. Si bien un par de vecinos dicen, bajo las más ligeras amenazas, haberlo visto caminando solo, con la cabeza sumida hasta el pecho y arrastrando su alma hecha jirones; otros aseguran que fueron tres los desgraciados, los culpables de tal atrocidad. Él, en cambio, no reflejaba la mínima preocupación por estos chismes de mercado.

    No fue ella la primera en encontrarlo. De hecho, fue el pequeño tumulto de morbosos lo que atrajo su atención, se aproximó con desconfianza, un olor en el aire ya la prevenía. Cuando era muy pequeña pasaba las tardes enteras al cuidado de su abuela, jugando entre hígados, riñones, tripas y panzas. El olor de vísceras a medio descomponer resultaba para ella un agradable aroma a bienestar. Aquella mañana volvió a sonreír ante el familiar aprecio que esta muchacha demostraba hacia ella.

    Alzó la cabeza por encima del hombro de un mirón para poder ver al joven que pendía desde la rama más robusta del árbol. Sus miradas se cruzaron, la de ella llena de nostalgias infantiles, la de él rebosante de nada. Por un momentito -así chiquito- se confundieron.

    lunes, septiembre 1

    Sep, sip, sep


    Lo sé, este changarro ha estado muy descuidado a últimas fechas, diría que no es mi culpa, pero sí lo es, y qué. Es el otro changarro el que me ha traido ocupado, el que me ha usurpado el ocio y el sueño, y también los ánimos de rayonear por acá.

    ¿Recuerdan que hace varias semanas clamaba por un empleo, y que incluso me ofretaba cual carne blanda en carnicería de mercado? Pues que consigo chamba, pese a mi auto-boicot y todo, ¡chaz!

    Sobra decir que hubo partes buenas y malas, pero no está de más enumerar lo aprendido:

    1. El dinero siempre es bueno, nunca malo.
    2. Cuando uno hace mal uso del dinero, éste sensatamente escapa entre los dedos.
    3. No existe ningún buen uso para el dinero.

    Vistas así las cosas, ahora que se acabó mi trabajo he quedado en las mismas.

    Bueno, ahora tengo tiempo para escribirles...

    ¡Qué va!, buscaré otro empleo.

    domingo, agosto 31

    Ya

    Agosto

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    jueves, julio 31

    Dah!

    Ilustración: julianacunha


       Hace un par de semanas llovió como hacia muchas más semanas no llovía, al menos hasta donde recuerdo. La importancia de esto se verá más adelante, pero quise mencionarlo de antemano. No es que desee arruinarles el final, pero no hay ninguna duda de que el intruso morirá, o ¿sí la hay? Lo interesante, lo saben ustedes -qué si lo sé yo-, es cómo morirá aquél. Llovió, y no lo noté, pero mi cuarto se inundó -esta última frase es todo lo que quería decir en este párrafo.

       Semanas después, por estos días, por ser precisos, hace cuatro días. Un par de días atrás, les decía, comencé a sospechar la existencia de alguna alimaña en los recovecos de mi cuarto, no solo nociva, sino psicópata. De pronto, no solo desaparecían las galletas que aun conservo del viaje a Oz -porque me gusta coleccionar recuerdos, no importa de qué índole sean estos, ya alguna vez guardé entre mis más gratas memorias un pedazo de uña de algún pie y no quiero dar más detalles. Recientemente mi temor a revelar detalles se ha incrementado irracionalmente. Pero que todo esto no los distraiga -ni un poco- del motivo principal del relato: La Bola Viviente de Pelos.

       Que quede claro, como ya se menciono antes, y como se volverá a mencionar aquí: no hay duda alguna: La BVP [Bola Viviente de Pelos] fue exterminada según se establece en el Apartado Dieciséis del Código Civil vigente. Las leyes actuales a todo lo largo del mundo avalan mis actos, no hay en la tierra -incluso en el universo entero- circunstancia alguna imaginable que provoque la más mínima culpa por el aniquilamiento inmisericorde de una alimaña tan ruin como la mencionada al principio de este párrafo y al final del anterior.

       ¿Les conté que en Oz había un mendigo que no pedía su limosna de viles monedas o billetes, de caridad pues -como ellos mismos dicen-, sino que -rebasando a todos sus colegas (porque en todo arte siempre hay quien en corromperlo encuentra la magnificencia)- se dedicaba a rondar las calles, a dormir en las banquetas y cloacas, a desgastar su vida entre polvo e inmundicias, a pepenar y extraer con sutileza los alimentos de la basura, solamente para llegar con las tan empalagosas como babosas parejitas que gustan de sentarse en los lindos parques -y olvidar que bajo sus pies hay un mundo lleno de ratas y cucarachas y mariposas y arroyuelos y comas y conjunciones- para preguntarles -con tono lastimero y mendicante- si acaso no tendrían una paleta que le pudieran obsequiar? Por supuesto todos corrían atemorizados por tan tremendo ruego, pero ya no quiero contarles más.

       El mutismo es una de mis mejores ropas, todo lo demás me queda como traje de carnaval.


    martes, julio 29

    Quedarse quieto es lo mejor

    Fotografía: missha


       En ocasiones resulta peligroso dejar la maceta, en otras regresar a ella, en unas cuantas: ambas cosas. Pero esta palabrería absurda necesita un asiento, daré un claro ejemplo.

       Por fin, un día, convencido de que el mundo se ve mejor sin una pantalla de por medio, me decidí a salir de casa. Por la noche regresé casi tan sobrio como me fui, a diferencia de mi padre que se hallaba diez veces más ebrio que cuando lo dejé. Había pasado la tarde -según es su costumbre- recordando las bellas épocas de su vida e intoxicándose con un maligno elixir llamado Tequila.

       Apenas crucé la puerta sus redes de nostalgia me atraparon, y no con agrado. Quienes no hayan presenciado a un sexagenario ebrio, o sobrio pero muy dicharachero, sentirán que hace falta una parte en mi relato; el resto, saben de qué hablaba mi padre. Me asusta creer que -como la mayoría de los que conozco- estoy condenado a recordar con dulce amargura los años de juventud, por esto sigo creyendo mejor desperdiciarla.

       Fue todo un espectáculo. Junto con el viejo estaban su compita y un gorrón. El compita, tras despertar de una reparadora siestecilla, comenzó a balbucear algo que solo el gorrón alcanzó a traducir: ¡Quiere calzonear*! nos aclaró. Me ofrecí amablemente -porque mi amabilidad va más allá del deseo de librarme de las añoranzas de viejo- para acompañar al susodicho compita hasta el sagrado recinto.

       Esperé largo rato a que el compita saliera de aquel lugar, baste con decir que leí el Génesis mientras tanto (y no es broma). Desde el interior no surgía ni un solo ruido, así que toqué a la puerta, apenas si hubo respuesta. Fui hasta donde mi padre y le comunique que su compita se había quedado dormido en el baño, más precisamente: sentado en el trono, todo un rey.

       Los gorrones son en el fondo una maldición muy útil. Todo el que es gorrón sabe que lo es, por ende siente una ligera culpa hacía su benefactor -¡gracias iglesia católica!-. Por lo que un buen gorrón está dispuesto a realizar tareas increíbles con tal de acallar su conciencia y de congratularse con el anfitrión. He visto gorrones malbaratandose en toda clase de eventos, alguna vez me hice acompañar siempre de uno; hoy día me hallo del otro lado. Pero tengan cuidado: (1) los que son amigos antes que gorrones nunca te salvarán de las tareas bochornosas. (2) quienes gorronean y no sienten la menor culpa, no son gorrones, son parásitos o genios.

       Lo que sigue es algo sobre lo que no quiero futuras preguntas, ¿quedó claro?

       Mi padre en su inmisericorde borrachera ordenó al gorrón que entrara al baño y sacara al compita, claro, no sin antes enfundarlo apropiadamente en sus pantaloncillos. Hubo murmullos, quejas y hasta insultos, pero cinco minutos después el compita abrió la puerta victorioso y con la camisa de fuera. El gorrón por su lado, se lavó las manos, y ya con la conciencia tranquila, se retiró.

       Hubo entonces que deshacerse del compita. Salimos a la calle los tres, tambaleándonos -yo de frío-, en busca de un taxi donde trepar al incómodo. Pero aun jovial, el compita corría a ocultarse atrás de los autos, como niño chiquito que no quiere irse del kinder y se esconde tras las macetas para no ser visto por su mamá. Lo perseguimos un par de veces, hasta que los pulmones -par de fumadores- nos lo impidieron. El compita empezó a dormirse recargado sobre un coche, lo cual aprovechamos para acercarnos, pero no muy cerca, pues nos dimos cuenta que lo que en verdad quería era orinar y no esconderse.

       Mientras vigilaba con un ojo al compita y con el otro buscaba un taxi libre, mi padre hablabame sin cesar, para mi era un sordo parloteo hasta que pronunció lo siguiente.

    Mi apá - Tú no me escuchas.

    Acá yo - Es que estoy cuidando que no se caiga Pablito.

    Mi apá - No ahora, sino siempre.

    Acá yo - ¡Mira, un taxi!

       Arrojamos al compita en calidad de bulto fermentado dentro del taxi. El chofer muy amable nos pregunto la dirección del inconsciente, así que sacudimos a este último para que tartamudeara su dirección, que al parecer el taxista sí comprendió. Cerramos la puerta y se fueron. Nosotros regresamos a casa. Mi padre fue directo a dormir, y yo a escribir esto.

       ¿Habrá llegado a su destino el compita? Seguro que sí, pero eso no significa que halla llegado a su casa. Parecía un buen tipo... no, la verdad no, es solo que tengo una empatía natural hacia los borrachos.




    *Evacuar el vientre, según la RAE.

    lunes, julio 28

    Pláticas con uno mismo



       Meditaba, -está bien, bobeaba pues.

       -Qué esto del bló no era para publicar lo que se me viniera en gana. Me pregunté.

       Ni yo me hice caso, literal: nadie me pela.

       -Ni que fueras banano- me contesté-. A uno no lo "pelan", se dice "no me prestan atención" (porque la atención es nomas prestada), o bien, se dice "no me rapan".

       -¡Uy! ¡Pero si andas de un gracioso in-so-por-ta-ble!

       -Ya ves- me sentía de un excesivo amable conmigo mismo.

       -Entonces, qué, ¿puedo publicar lo que se me hinche?

       -Si vas a seguir escribiendo así, ¡por supuesto que no!- me regañé.

       -¡A la ve#*a! ¡No me vas a decir que puedo y no puedo publicar! ¡Y no me censures hijo de tú madrecita linda! ¡Ni cambies mis palabras! ¡Tus trucos sucios no funcionarán!

       -¡No rezongues!

       Disculpen ustedes. Vuelvo en un rato cuando haya escrito algo bonito (corregido cuando menos tres veces).


    Hurtada desde: nita_turtle

    Un día de estos cobraré por robarme fotos. Hasta entonces...

    lunes, julio 21

    Toto murió en lunes

    Fotografía: lukatoyboy


        La noche del domingo fue un infierno.

        Con el paso de los años he tenido un sinfín de amantes, todas ellas imaginarias, y ellos también. Aunque adjudicar todo esto a mi imaginación es un flagrante acto de soberbia, pues todas estas imaginaciones parten de pequeños trozos bien maquillados del mundo: la chica de la portada de Playboy, la protagonista de la novela cuyo comercial se repite cada cinco minutos en el televisor, o el fulanito ese que anuncia armatostes para ejercitarse. No es necesaria una imagen para forjar una fantasía, ya menos para follar con ésta. Unas cuantas palabras, un solo aroma, y hasta un ligero rose inusitado basta para enarbolar una intrincada trama de enamoramiento, desplantes, copulas y desastrosos candores, que son, a fin de cuentas, lo que llena nuestras insípidas vidas.

        Mis pequeñas amantes, que eran tan efímeras como un suspiro, me intoxicaban de confianza: podía ser querido, incluso amado, hasta alabado por mis dotes eróticos: cuando menos los casos hipotéticos no mostraban una contradicción de principio. No obstante, la práctica real (o de la imaginación independiente a mí) me atemorizaba a grados tales que alguna vez cuando una chica de ensueño me preguntó la hora, solo pude proferir una flatulencia tan extensa como olorosa, cuyo eco de vergüenza retumbó en mis oídos por semanas.

        Con el tiempo me harté de mis amantes, les recriminé su falta de criterio, su generosidad al calificarme y sobre todo su incontenible adulación hacia mí. ¡Eran pura falsedad! Debía abandonarlos si quería algún día lamer algo más que una entrepierna imaginaria. Traté de no frecuentar sus recuerdos, pero no cesaban de aparecer por doquier, en los periódicos, en las radio, en cada anuncio comercial. No siento el menor remordimiento por haberlos asesinado uno por uno, fue la única manera de llegar hasta aquí.


        No logré excluirlo de mi meditación: la sangre debía correr.

    domingo, julio 20

    Gus, me debes una 'tella de vino.


    Llévese el anuncio que más le guste y le convenga,

    ¡que hay variedá!

    Tamaño real: 666x120px:










    Y sí, no se olviden de acompañar a Gus ese día tan especial en el que nos regalará vino -aunque yo preferiría vodka, pero qué se va a hacer. Y no solo eso, sino que además ¡nos presumirá que tan buen fotógrafo es!



    Así que: ¡no pueden faltar!



    (Habrá canapés para los abstemios.)



    ...creo que sobra decir que todos están invitados...



    [Reanudamos la programación habitual en breve]

    martes, julio 8

    Transmitiendo desde Oz

    Julio

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    Fotografía: cuppa tea


       Oz no es un país muy diferente, dudo incluso que sea un país. Hasta hoy solo he visto personas, si bien algo extrañas, aun no he visto ningún espantapájaros. El viaje fue algo turbulento, pero me dicen que siempre es así. Francamente, tenía un gran temor acerca del viaje aéreo. ¿No sería más seguro un bús?, sugerí en la agencia. No, no hay modo de llegar a Oz por carretera, me aseguraron. Y ¿cuento con seguro de viajero?, pregunté. Por supuesto, nuestro seguro cubre todo, a menos que usted sea una bruja, en ese caso... No, para nada, de bruja no tengo ni las verrugas, les aclaré.

       Aquí en Oz nuestra moneda es conocida como Mécsican Dolar, cosa curiosa. Tuve que cambiar mis billetitos que orgullosamente portan la efigie de Cuauhtemoc por otros color verde esmeralda que tienen un holograma del Gran Mago. Toda esta transacción solo para darme cuenta que aquí como allá, y en cualquier otro lado, el dinero vale lo mismo: nada. Bueno, quizá exagero.

       Luego del aterrizaje, abordé un carruaje e indiqué mi destino. ¿Al palacio, está seguro?, arremetió sobresaltado el chófer. Sin duda alguna, es allá donde está mi destino, por extraño que parezca, le expliqué, sé que está allá aun cuando no sepa cuál sea éste. Usted habla un dialecto muy extraño, concluyó sobre mí. Tras varios minutos e incontables giros (pues aquí, como en todo estado civilizado, se llega al lugar deseado por un trayecto espiral), se detuvo, descargó mi equipaje y me cobró. No quise parecer un vulgar turista, pagué y esperé hasta que se marchara para comenzar a preguntar a los lugareños dónde estaba el Palacio Esmeralda, ya que el sujetillo aquel me había dejado a las puertas del Palacio Marrón.

       Todos fueron muy amables explicándome como llegar al Palacio Esmeralda, aunque dudo que recordaran realmente dónde se encontraba, pues cada nueva consulta contradecía las anteriores. Que si a la izquierda, que a la derecha, que por allá donde se mete el sol, que cerca de ese cerro, de aquel otro. Cansado de indicaciones tan divergentes me trepé en otro carruaje: ¿adónde lo llevo? En espiral, cuadra por cuadra hasta que se acabe la ciudad, señalé claramente. No podía fallar, según recordaba, la ciudad estaba amurallada en sus límites.

       El primer recorrido de cualquier lugar es casi profético: te revela los detalles que conocerás, y oculta los que siempre permanecerán para ti en la oscuridad. Con todo, resulta imposible saber esto salvo excepción de ser una bruja o un profeta. Así miré el alameda central, el riachuelo muerto, el cafetín de oriente y, para suerte mía, el Palacio Esmeralda, que era más bien de un color verde mohoso.

       Mi recibimiento pasó sin abucheos ni fanfarrias, si bien me esperaban, mi visita era una más entre tantas, solo a mí me causaba exaltación. Firmé el libro de visitantes, y entonces noté que hacían apenas cinco minutos que había arribado Dorothea: mi corazón se paró -sí, ya sé que exagero. Uno de los mozos me ayudó a cargar mi maletón hasta la habitación asignada. Al pasar frente a la puerta del cuarto contiguo escuché los arañazos de un pequeño cachorro sobre la puerta: creo que estoy a una pared de la gloria.

    lunes, junio 30

    ¡Feliz, feliz dos mil ocho!

    Fotografía: hjw223

       

    ¡Ánimo!



       Poquito más y matamos este año como se debe: ¡a botellazos!




       Yo ahorita me voy con mi botellita a festejar al paseo Santa Lucía.




       Ah, sí, y felicidades también a todos los que cumplen años este año. Invítenme a los festejos, ¿no?

    Garnachas anglofóbicas



       Y el ICME, en concienzuda consonancia, recomienda a los deseosos en visitar estas inframundas tierras:


    Water

    Tap water in Mexico is not clean enough to drink. We recommend that you drink only bottled water while in Mexico (around MX$10 per 1lt bottle; somewhat higher prices are to be expected in tourist areas).

    Food

    You will find a wide variety of restaurants ranging from those serving international and Mexican food, to specialty restauarants serving Chinese, Italian, French, Grilled meat, and others, and, of course, let us not forget the unavoidable fast food. Mexican food varies widely between regions. Food in Monterrey is not as strong and spicy as is found in other parts of the Country. You might want to sample the local cuisine as well as dishes from the rest of Mexico. It is famed worldwide for its variety, tastiness and sophistication. However, we strongly recommend that you avoid heavy meals, especially if accompanied by tequila or other strong drinks. Taste small portions and drink plenty of mineral water. It is also a good idea to have anti-acid medicine handy in case you overdo it. Please, do not eat food sold out on the street, for it is likely to make you ill if you are unaccustomed to it.*




    *El énfasis lo pusieron ellos.

    Muero de nervios

    Fotografía: André di Lucca


    ¡Tengo nervios!


    [Sí, ya sé, todos tenemos nervios, fisiológicamente hablando.]

    ¡Estoy bien nervioso!


    [Está bien, todos estamos llenos de nervios, también.]

    ¡Me hallo completamente enervado!


    [No, no ingerí nada "ilegal", aunque quisiera.]


    Me encuentro inquieto, ansioso, angustiado pues, pero de esa angustia buena, de la bonita, de la aventurera, de la locuaz.

    ¿Qué más?

    Todo gira, como un torbellino, y uno está trepado en él, porque -obvio- uno quiere viajar a Oz, ¿usted, no?


    Porque la lección que aprenderemos -si uno está sugestionado para ello- será que lo importante no es el camino, ni llegar hasta el final, ni la amistad, ni la verdad, sino, simplemente: no vomitar en el avión.

    Y, ¿si el avión se cae?

    Se cae, se cae, se cae
    .
    .
    .

    ¡Ploc!


    [No olviden volver a este su bló amigo, cuando mis angustias, o las suyas, hayan pasado.]
       

    Nací para morir sin gloria

    Ilustración: Jaume d'Urgell

       Nomas no puedo. Trato, pero cada vez que estoy a punto de escribir algo así como va, acabó por abandonar el intento. Tengo miles -la exageración mediante- de borradores esperando el día en que me libere de esta maldición. Aguardo con ansias el momento en que deje de ficcionalizarlo todo, bueno, de eufemizarlo, y pueda escribir con menos enredijos. Porque a veces me preguntan que si esto, que si lo otro, que qué es verdad en mi bló, y nunca sé responder. Más bien, respondo con más invenciones mías, que no son del todo mías, son en realidad refritos de viejas series de televisión, de chismes del TVyNotitas, y de anécdotas del Libro -gloria de la literatura mexicana- Vaquero.

       ¿Apoco no me creen?

    viernes, junio 27

    Mañana es cualquier día

    Fotografía: aaflotante


       Él no era un monstruo, solo no sabía despedirse de aquel lugar: huyó. Después de todo así llegó, en plena huida de sí mismo. Ahora se iba, según el mismo presumía, en busca de sí mismo. Cuando menos ahora conocía mil vericuetos de la lengua por dónde retorcer su presunta búsqueda. Sabía que no llegaría lejos, que los sueños con los años se apagan y la terquedad con el tiempo se arraiga.

       Era hora de conocer el mundo, hacía mucho se había convencido de esto, era momento de departir el pan con los demás -como si no lo hubiese hecho antes, aun cuando no se hubiera dado cuenta. Creyó se trataba de un momento especial, que tenía su destino en las manos, que podría moldearlo como panqué, mera ilusión suya. Seis años solo para aprender que en ningún lugar los límites son claros, pero que nada es del todo obtuso: filosofía del poquitero.

       Arrojó el cigarro, caminó por aquellos largos y estrechos pasillos, en los que nunca hizo amistad alguna, en los que jamás discutió ninguna teoría fundamental, en los que ni siquiera meditó con alguna rigurosidad. Pasó como una sombra, más bien como un espectro, presisamente: como una burla sobradamente gris. Aquel no era su sitio -nunca lo quizo como suyo-, lo sintió desde los primeros días, pero también supo que no resultaría fácil abandonarlo. ¿Cómo dejar de respirar ese vaho de pedantería, soberbia y galantería sabia que no tiene igual? La muerte antes que la ruina de una vanidad insulsa -que no todas las vanidades son insulsas.

       Se lavó las manos, trantado de olvidar toda su irresponsabilidad. El agua jamás podría librarlo de esa culpa, ya siendo muy viejo continuaba aburriendo a su parentela con la cantaleta aquella de que la pereza y la desidia son las peores enemigas de la vida, de no haber sido por aquel par maligno -decía rabiando- quizá hubiera sido un Heráclito, un Hume, un Hegel, ¡un Jean Paul Sartre! Pero todo cae por su propio peso, o será, querido amigo Aristóteles, que sucede así porque las cosas ansían alcanzar su lugar natural.

       Salió para no volver, aunque más bien exageró. Imaginó la escena mil veces, dos mil, para ser exactos: una en que el mundo lo recibía lleno de glorias y alegrias, de abrazos y recompenzas injustificadas, en la que todo era fiesta y resplandor; la otra, no más probable que la anterior, consistía en una lluvia de escupitajos divinos, de ofensas humanas y de burlas inhumanas. Nada de esto sucedió.

       Nada extraordinario: nada. Llegó hasta el camión sin despertar la menor sospecha, ni en el público ni en dios, de que aquello era una vil deserción. Ya sentado, se sonrió, pícaro, convencido de que todo en el mundo es una reverenda broma mal contada, se contuvo para no vomitar una carcajada tal que podría haber mancillado la seriedad de este hemisferio tan respetable. Tan solo suspiró un jiji sorosado.

    martes, junio 24

    Mañana post tristísimo...


















    ...si es que mañana me decido a escribirlo.



    viernes, junio 6

    Ya se enteró

    Fotografía: Ramon Meneses


    Que suena el teléfono.

    Que lo contesto.



       -¿Bueno?
       -Ya supe, puto, que andas con *******a.
       -¿Quién habla?
       -No me cambies el tema, pendejo. Tú bien sabías que yo aun quería con ella, y no me digas que no.
       -Pero...
       -¡Pero mis huevos, cabrón! ¡No hay ni un pinche pretexto que te salve de ésto! ¿Qué ya no te acuerdas que hace tiempo, hace un chingo, acordamos no volver a robarnos las viejas?
       -¡Ah! ¡Hola, ****!
       -¡Que te ahoguen las putas olas! Porque ni “aguas” me dijiste. Te abalanzaste sobre ella como perro hambriento, como si ella fuera el último vaso de agua en el desierto, perro inmundo. Tan siquiera me hubieras contado, tan siquiera me hubieras comentado algo. ¡Pero no! Todo lo hiciste en lo oscurito, abajo del agua, como negocio sucio. Si me enteré fue porque eres un borracho boquiflojo. ¡Apuesto que no sabes quién me contó!
       -Sin duda fue L**.
       Brotó un pequeño silencio, raquítico, malnacido, que pronto enfermo y heredo su trono a una furia lagrimosa.
       -¡Es que no mames! ¡Aun tenía esperanzas! Le estuve hablando bonito a últimas fechas, y ella no me hizo el feo. ¡Cuando me le insinué, ella me siguió el juego! ¡Y tú, culero -culerísimo-, me robaste el último chance!
       -No, bueno...
       -Cállate. Si tuviera más tiempo, si el trabajo, mi esposa y los niños no fueran tan absorbentes, ¡te juro, malparido imbécil, que iría hasta tu casa para romperte la madre, para arreglar esto como se debe!
       -Por cierto, ¿cómo están los chiquillos?
       -Mira que bien, aunque al mayorcito lo noto un poco amanerado, pero ya le estoy corrigiendo eso.

    lunes, junio 2

    En otros temas

       Soy pobre: monetariamente hablando. Oficialmente: un desempleado. Moralmente: buscando venderme al mejor postor. ¿Qué ofrece, joven? me preguntarán. Ná: esta carne tullida y guanga. Vaya: le juro que sé preparar hamburguesas. ¿Y tacos?, no, esos son muy complicados. Sin duda tendré que mentir: pasé mi juventud cultivando a los clásicos. Nadie me va a creer: si me creen, no les importará: si les importa, no me contratarán. Necesito un Mecenas. Dígame: ¿qué tan prólijo es usted con las letras? La verdad, soy avaro: prefiero comerlas. Pero estoy dispuesto a todo: la última vez que pronuncié esto no pude caminar por varias semanas. Lo admito, no soy tan barato: culpa del padrecillo que me inculcó un mal sano amor propio. ¡Prefiero morir de hambre antes que limpiar escusados de hombres! ¡Sos pura mierda, Sistema! ¿Qué dices; lujo, lujuria, drogas? ¡Basta! Sabes que te compro entero: tu infomercial es tan convincente. Solo déjame pedir prestado: ¿estás ahí tío Pío?

    Junio

    LuMaMieJueVieDo






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       [Mi inconsciente goza con la vagabundería: me saboteó escribiendo mal mi teléfono. Tienen una entre diez-a-la-séptima-potencia posibilidades de llamar a mi casa, aproximadamente. Aunque si prefieren rascarse la barriga que llamarme, allá ustedes, harán bien.]

    sábado, mayo 31

    Mayo, así se escribe

    Fotografía: Pedro Moura Pinheiro


       -Fue un bonito mes, ¿apoco no?, lleno de fanfarrias y fuegos artificiales.
       -¿Te gustó?
       -¡Por favor!
       -Vaya...
       -¿Vaya, qué?
       -Ay, nada.
       -¿Nada?
       -Sí, ná...
       -¿Insinúas algo?


       Ella continuó empecinada en exterminar su dulce de tamarindo.


       -¿A ti no te gustó?
       -Mmm...- mustió.


       La indignación escurrió de todas mis cavidades, chorreando hasta el piso de aquel minisuper. No lo podía creer. En un solo mes habíamos hecho hasta lo inimaginable (la exageración mediante). En ocasiones ya no sabía de mí entre tanto juego de pasión, entre tanto exceso, lujo y amor. No me vengas con el cuento de que tú no estabas en la misma onda que yo, si mil veces te vi sonreír radiante como el gato de Cheshire, le dije.


       -No insinúo nada, te seré franca- dijo sin despegar la mirada de su tamarinda presa -. Me alegra que te hayas divertido, que disfrutaras estos días conmigo, y que hasta me estés agradecido. Pero, la verdad, ya nada tenemos que hacer juntos. Además, quiero dedicarle más tiempo a mi tesis, y no quisiera que padecieras por mi falta de tiempo.


       In-cre-i-ble. ¿Uno está preparado para este tipo de cosas? ¡Obvio que no! Pero uno finge, ante todo: me mantuve expectante, no quise ni respirar (permítanme exagerar aun más). Decir algo me llevaría al camino de la estupidez, como siempre sucede, aunado a lo patético que sería rogonear. Era momento de apretarse los tanates y salir huyendo con ellos entre las patas. Aspiré hondo. Ella alzo sus ojitos pispiretos, me sonrió con una malicia sin igual.


       -¡Ay, pero cómo crees!- se carcajeó.
       -¡Caigo tan fácil!
       -Y no aprendes.

    viernes, mayo 30

    La burra al trigo



       Bien parece que no aprendo o, más bien, que la vida es muy cara y uno se vende cual BonIce. Ahí me tienen el sábado pasado jugando una vez más al profesor. En esta ocasión debía enseñar lógica, bueno, Lógica (no vaya a ofenderse alguno de los tantos filósofos que me leen).

       Estoy convencido de que un panorama vale más que un millón de recovecos. (¿Qué no es obvio?)

       Así que, mientras intentaba demostrar cómo una proposición universal puede ser verdadera al mismo tiempo que su contraria, escribí para mi pequeño alumno el trillado ejemplo:

    Todos los vampiros son comunistas.


       -Disculpe- preguntó con timidez el susodicho -, ¿qué es “comunista”?

       Alarmado, pero no sorprendido, le expliqué que un comunista es un partidario del comunismo. No hay por qué entrar en sutilezas cuando se conoce una definición estilo DRAE. Sin embargo, el pequeñuelo insistió en preguntar.

       -Disculpe- después de todo su timidez no era del todo fingida -¿qué es “comunismo”?

       Más parecía curiosidad que ignorancia, aunque bien podía yo pecar de buena fe. El comunismo, aclaré, es una doctrina derivada de la obra teórica y política de un tal Marx (no creí pertinente precisar que no se trataba de Groucho).

       En cuanto vi su mano levantada una vez más, acoté: ¡¿Cuba?! ¡¿La URSS?! ¡¿Cooperativa Pascual?!

       Mas nada, su rostro de pepino consternado no cambió el semblante. Borré el pizarrón y anoté:

    Todos los vampiros son mujeriegos.


    -¿Alguna duda?- pregunté, mera cortesía.

    jueves, mayo 29

    Historias que nunca se van

    Fotografía: Bossa


       Aquella noche llegué temprano, muy a mi pesar. Había sido un día tempestuoso, cientos de nubes deshinibidas mojaron la ciudad, y solo escapé de casa para empaparme los zapatos, después de lo cual solo quería sumir la cabeza en la almohada. Arrojé sobre la mesa tanto aparato que cargo conmigo y fui a la cama. Pero allí en el dormitorio estaba ella, sentada encima de una pila de periódicos viejos junto a la ventana, miraba la luna, con la barbilla apoyada en su mano derecha.

       -Creí que no te volvería a ver- la interrumpí -han pasado meses, supuse que todo había quedado bien entre nosotros.

       Ni siquiera se inmutó, cruzó la pierna y continuó observando por la ventana. En verdad era más bella de lo que recordaba, quizá solo era el resplandor de su nueva sutileza. Sus ojos de sapito parecían centellear remedando burlonamente a las estrellas. Jugaba con un cigarro en la mano izquierda, lo giraba, lo pasaba entre sus finos dedos y luego lo golpeaba contra su rodilla. Llevaba puestos esos pantalones que tan bien le sujetaban las nalgas. Estuve tentado a pedirle que caminara un poco para mí, mas me contuve al considerar que ella ya era de otro lado.

       -¿Sigues fumando Marlboro?- me recargué en el filo de la ventana -¿Quieres algo de beber?

       Se limitó a mostrarme su puño cerrado con el cigarrillo alzado entre el dedo medio y el anular. No podía dejar de admirarla, apesar de su nueva transparencia seguía resultándome un apetecible misterio. Ella permanecía embobada con la luna, yo con ella, y usted (si la suerte está conmigo) con estas letras.

       -Sé que no has venido solo para mirar por mi ventana; tampoco para que les trasmita un mensaje a tus padres, novios, hermanos o amantes; ya menos aun para que enderece mi camino y abandone la tacañería-, recobrada la calma, espeté -¿qué quieres?

       Pregunta más estúpida me fue imposible hacer. Como si ella ahora estuviera iluminada por Alá para responderme con la certeza que jamás tuvo. Como si su deseo ya no fuera más una mosca que revolotea enredándose en su propio camino, haciendo nudos insolubles de su espíritu. La próxima vez meditaré mi diálogo, monólogo pues.

       Ella se levantó, no se dignó a mirarme, y salió de la habitación murmurando con una espeluznante claridad: tú me mataste.

    martes, mayo 27

    La cruz de mi parroquia.

    Fotografía: aaflotante


       Hace un par de semanas pasé a visitar, más a fuerzas que de ganas, a mi padre (sí, ese mesmo que trepaba al cerro de su pueblo en menos de veinte minutos). Al llegar a mi casa nos encontramos con que mi tío y mi progenitor ya se había echado sus alcoholes encima (más mi tío que el otro, y no es que defienda a este último). Perdido seguramente en el torbellino de la embriaguez, mi tío no supo reconocerme. ¿Y este cabrón quién es? preguntó cariñosamente. ¡Qué no ves que es J***!, rugió mi papá. ¡Ay, no -mi tío se abalanzó sobre mí-, si no estás muerto, cabrón! ¡Ya decía yo que no estabas muerto, carnal! ¡En serio, discúlpame por todo lo que te hice! ¡Tú sabes que te quiero un chingo, pero un chingo, cabrón! Me abrazó con los ojos llenos de lágrimas y el aliento rebozante de alcohol, casi me embriago nomas de olerlo. De pronto interrumpió su hermano vociferando. ¡No seas pendejo, es mi hijo, cabrón! Mi tío se apartó de mí, me revisó con todo el detenimiento que su condición le permitía, y concluyó que sí, que era su sobrino, no su hermano, y que, de cualquier manera, me quería un chingo, porque pus somos familia.

       Llamarse igual que un pariente muerto: en ocasiones no tiene precio.

       Nomás por eso, ¡salucita!

    domingo, mayo 25

    El sentido de la Primavera

    Fotografía: Dey

    ¡Todo reverdece!



       Adjunto la bitácora del viaje.

       Sábado. 12:05:03 am.

       El navegante 003 realizó la siguiente observación:

       No, esto no ha pegado bien. Estoy en medio, atorado, ni aquí ni allá, o quizá me suceda lo que a aquél que dudando y dudando por fin se convenció de estar bien, de este lado que parece más ordenado, pero todo era tan perfecto, tan armonioso, que al instante supo sin duda alguna que todo aquello era un sueño y no más. En seguida despertó, cayendo invariablemente en la misma duda que me acongoja ahora. Pero, ¡qué va!, de eso hace ya muchos sueños.

       El navegante 002 en íntima reflexión apuntó:

       Hubo alguna vez un par de días muy amorosos, destinado a morir uno al nacer el otro, entre la noche de uno y la madrugada del otro lograron engendrar un pequeño limbo fruto de su pasión. En aquella burbuja, sin espacio ni tiempo, quedaron encapsulados tres bohemios amantes del buen vino y la buena hierbabuena. Su conversación se prolongó -como la ciencia indica que sucede en todo limbo- hasta el absurdo. Sin embargo, no quisieron quedarse en el vergonzoso silencio de la eternidad, prosiguieron charlando hasta atravesar los más inverosímiles vericuetos de la lengua. Con el tiempo -aun cuando hablar de tiempo no sea lo más correcto- se turnaron para satisfacer sus necesidades primarias, procurando que la plática no se extinguiera. Siempre había dos hablando, mientras el tercero o bien dormía, o cagaba, o se alimentaba. En aquel entonces -y vaya que es difícil precisar la existencia de un entonces- dos de los conversadores se enamoraron. El tercero asustado ante la posibilidad del mutismo que propician los besos resolvió jamás permitirles el privilegio de la intimidad, evitando así también el riesgo de la procreación, la cual además daría pie a una tertulia más extensa. Aunque, fue más bien el temor a un amor sin fin lo que provocó que ese par desistiera de su amorío.

       El navegante 001 en tremendo trance puntualizó:

       Yo chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo... y la paleta, por cierto, pareciera que nunca se acabará.

       Fin de bitácora: Sábado 12:05:59 am.

    martes, mayo 20

    Hay cosas que no les cuento...

    Fotografía: kendiala

    ...pues podrían causar envidia.



       Ayer por la tarde, mientras mi vanidad se regocijaba en su reflejo, me percaté que había, arropado entre mis cabellos, un escarabajo verde –verde plaqueta- de considerable tamaño. Como es normal, salté lleno de pánico manoteando a lo imbécil y rogando a dios se llevara aquel bicho a la chingada. Tras algunos minutos sin ningún resultado, opté por el diálogo (táctica harto efectiva con toda clase de alimañas).

       Tras intercambiar algunas palabras, entendí sus razones para habitar mi pelambre. Algunas fueron muy convincentes: era un insecto fantasma, pues hacía un par de días había sido aplastado -supuestamente por mí, pero hasta que la juez no lo determine así soy inocente-, además no hay mejor lugar para un espectro que un vivo. Insistí con firmeza en el sobrecupo de espíritus y flatulencias que me habitan. Él con suma parsimonia explicó que no ocuparía mucho espacio, que ni siquiera planeaba internarse en mí, simplemente acamparía en mi melena. No quedó más que recurrir a la intransigencia (el arte de relacionarse con vecinos y familiares).

       Le grité que se largara. Sacudí la cabeza al más puro estilo metalero. Maté treinta arañas con la esperanza de que alguna de sus almas se llevará al verdoso habitante de mi tatema. Mas nada, solo logré irritar a tan tranquilo sujetillo, quien enfurecido por el alboroto me amenazó. He conversado con algunos de tus inquilinos, me dijo con voz ronca, seguro sabrás lo que me han contado, algo aun más vergonzoso que tus densas liberaciones de metano. Mis ojos se abrieron tanto que casi se me escapan de las cuencas. No podía creer la indiscreción de mis entrañas. Pero, ¿qué tanto sabía? ¡Simplemente no podía permitir que me chantajeara algo que caminaba sobre más de dos patas!

       No me importa que divulgues mi gusto por las cuarentonas, ni que cuentes a los cuatro vientos que mi primer amor fue el profesor de educación física de la primaria (¡juro que era sexy!), ya menos que ventiles los olorosos detalles de mi abreviada vida sexual, le dije. El siguió acurrucado sobre mi temporal. ¡Óyeme, grité, no tienes con qué negociar! ¡Te me vas ahorita mismo! Qué hay de tus dudas, masculló con voz adormilada, esas que atraviesan tu sesera cada vez que... Sabes, eres un bonito prendedor, concluí.

       ¿De casualidad alguno de ustedes conoce algún Espiritista-exterminador?

    martes, mayo 13

    Me hacen falta personajes

    Fotografía: ooohoooh


       Por decir algo, podría contar las historia de mi vecina, esa que se embarazó a los veintitantos, hace veintitantos años, o la de su hija que creció sin padre, o que más bien adoptó a su abuelo como padre, y a su abuela como madre, y a su madre como tía. Su abuelo era un buen padre, borracho de viernes, contador de lunes a jueves, mandilón de toda la vida. Su abuela era una madre estricta, venida de Morelia hace más de medio siglo, huía en aquellos días de la vergüenza de entregarse a un hombre sin el consentimiento de la santa iglesia. Ella sabía lo que hacía, al menos así se lo confesó a su hermana cuando una semana antes le llamó por teléfono diciéndole que pronto llegaría a la ciudad, que le consiguiera un cuartito barato donde comenzar su nueva vida. Su hermana se lo contó todo a su marido, que en aquel entonces era un hombre opulento. Él la tranquilizó, a la familia nunca se le abandona, dijo con voz firme, se quedarán con nosotros mientras dios me dé vida. Dios consideró aquello una afrenta. Tres semanas después, la nueva viuda lloraba desconsolada abrazada del féretro. Su cuñado, otro viudo, se acercó hasta ella para consolarla, para susurrarle al oído durante nueve días que tener un hombre joven en casa no era conveniente, podía prestarse para habladurías. Sin ninguna cortesía, aun escondida bajo el luto, desalojó a sus recientes inquilinos. Meses después las habladurías llegaron de todas formas: el hermano del difunto se aprovechaba de la débil viuda, aunque esto no era del todo cierto pues la viuda cada día se veía más recuperada de la pérdida. En pocos meses aquella casa experimentó tremendas guerras intestinas entre los hijos de ambos viudos, que para acabar eran primos entre sí. Fueron tan explosivos los enfrentamientos, que una de sus mejores amigas hizo intervenir al cura para que arreglasen sus diferencias, como se dice hoy en día. La solución que el padrecillo propuso vaciló entre la inocencia y la estupidez: vivir así en pecado genera toda clase de conflictos aledaños, lo mejor era que se casarán. Y así se hizo cuando aun la tierra del difunto no estaba apisonada por el tiempo. Aquella boda fue la gran fiesta, el derroche desmesurado llevó alegría a toda la colonia, excepto a los hijos del nuevo matrimonio, que ahora eran verdaderos primos-hermanos. Mientras los novios se enlazaban, su hija mayor se escabullía con un don nadie, quien más tarde -y que no se diga que dios no consiente a los imbéciles- llenaría sus bolsillos, y sus cuentas bancarias, gracias al intento fallido de convertirse en diputado. Pero hoy, ya no me apetece hablar de política.

    martes, mayo 6

    Uniposto

    Maío
    LuMaMieJueVieDo
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    Vía: Gus


       -¡A ver, ya! Seriecitos, digan "whiskey"

    glu glu glup

       -¡No, no beban whiskey!
       -¡Pero si es chela! ¡Salú!

    ¡glu glu glup!

       -¡Oigan... denme chela!
       -¡Pues chúpale!

    ji ji ji, glu glu glup, je je je

       -Ya estuvo... ¿no?
       -¿Qué, no te gustó? ¡Chúpale más!

    ji ji ji, glu glu glup, je je je

       -¡Ora sí, arrímense más!

    smuack smuack smuack, glu glu glup, smuack smuack smuack

       -¡Ay, pero no tanto! ¡Ni que fuera fotonovela!

    smuack smuack smuack, glu glu glup, smuack smuack smuack

       -¡Oigan... yo quiero!
       -¡Nah... ya somos muchos!
       -¡A ver, chicos, enséñenme su piesito para saber quién lo tiene más grande!

    ¡Click!


    miércoles, abril 30

    (off-line)

      
      



       Los dioses se llevaron el alma de mi computadora, alegaron que estaba atrasado en los pagos de mi deuda y que pronto me enlistarían en el Buro de Crédito Mágico-Místico-Espiritual. Todo por pedir demasiado, pero vieran que valió la pena. ¡Uf!

       La imagen de acá arriba fue lograda gracias a Paint. ¿Se acuerdan cuando aprendieron a dibujar en Paint? Yo me acuerdo (y no digan que no les interesa leer mi historia, sé que mienten).

       Mi primera máquina que no tenía disco duro y solo podía usar QBasic para hacer dibujitos de este estilo:

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    PRINT "Odio Navidá"




       Después, mi hermana consiguió un disco duro (propiedad del PRI, que una de sus empleadas tuvo a bien llevarse junto con los lapices y la engrapadora cuando la despidieron) y lo instalamos en aquel cacharro. Fue entonces cuando conocí Windows 3.1 y Paint. Dibujaba letras, palabras rimbombantes como "asfixia" o "paupérrimo" o "isomorfo". Las palabras eran lo mío, cuando trataba de hacer algún gato o cualquier otra figura todo terminaba pareciendo una papa asada.

       Mucho tiempo después descubrí Internet, con miles de imagenes disponibles para editar (yo no sabía del copyright, ni nada de eso). Hice una página, y la rellené con imágenes que construí con Paint y otro programita que no recuerdo su nombre. Desde entonces no puedo separarme de estos aparatos (así como cuando uno no quiere despegarse de los labios de esa persona especial, y no importa cuantos besos le propines, siempre sientes que necesitas besarla más, acariciarla más, y mostrarle todo lo sucio que hay en ti).

       Ahora los aguzados comprenderán mi alegría y mi tristeza.

    lunes, abril 28

    Yo soy tu amigo infiel

       
       Vamos a ver que tal escribo pedo. Pero pedísimo.

    Fotografía: nico.cavallotto


       Ayer soñe contigo. Como no llegabas me puse a comer unas ricas empandas de pescado. Como no llegabas decidí largarme, mi casa depués de todo no es mal lugar para llorar mis penas. Camino a casa encontré tu automovil. ¡Oh sorpresa, oh my gay lord! Te encontrabas con aquel -sí, jodidamente él, ese que te hizo delirar, ese exquisito patán- ambos sobre el toldo de tu coche haciendo dios sabe qué. Cerré los ojos, no quise ver.

       Hoy no pude más que pensar en ti. Cursi, melcochoso hasta el hastío.

       Pero lo de siempre, lo de siempre, bendito sea.

       No bailamos, ni charlamos, ni nada más.

       Bebimos.

    viernes, abril 25

    Estimada *******a



    Sobre tu comentario, solo apuntaré un par de cosas:

    Yo soy un borracho decente.


    Paparazza: Greis


    Lo que hice ebrio, en la cruda se olvida.

    martes, abril 22

    No hay que repetir lo obvio.

    Pintura: Velázquez
    Fotografía: sagabardon


       Hace un par de días el calor mostró misericordia: el cielo se plagó de adormiladas nubes que por la noche lloraron sus penas refrescando estas tierras últimamente tan resecas. Durante un par de horas reviví, me sentí lúcido hasta tal punto que comencé a leer las profundas lecturas que en el aula me aconsejan. Lo sé, fui un torpe, debí escribir aquí en aquellos momentos.

       Hoy me deshago como un helado bajo sol, como gelatina sin grenetina, como lava volcánica. Mi cacahuate no carbura a niveles aceptables y mi atención está algo lejos de aquí. Tengo una docena de cosas que hacer, más bien, cosas que sería bueno (y hasta productivo) que hiciera, pero prefiero estar aquí por una razón y muchos pretextos. Las excusas siempre son una bendición.

       El viernes se acerca peligrosamente, eso de acabar perdido en quién sabe qué lugar de la ciudad siempre me emociona. Sin embargo, recientemente he sentido la imperiosa necesidad de pasar un fin de semana absolutamente sobrio. ¡Es la vejez, lo sé! No cometeré una insensatez así... a menos que...

    ¡bueno, ya! Déjenme aquí sudando solo.

    jueves, abril 17

    Moneras

       Allá afuera del consultorio había dos muchachas, como las hay muchas hoy en día, vestidas a franjas, con flequillo sobre los ojos y tenis de tela. Charlaban entre sí, en medio del aburrimiento ellas fungían cómo mi televisor:


       -No huey -cubría su nariz con el puño-, yo no tengo ningún pedo con esa vieja, es ella la que los tiene conmigo.
       -A ver, presta eso -ansiosa le quitó el pedacito de estopa, lo abrazó entre los dedos, acercó su puño a la nariz e inhaló- y qué, ¿te tiene odia o te quiere coger?
       Sus risotadas retumbaron sobre las hierbas aledañas haciéndolas bailar.
       -No mames -repeló mientras tallaba sus ojos-, me tiene envidia, más bien celos.
       -Pues ni que estuvieras más buena que ella -fue su turno de aspirar un poco más de gloria- nomas que te envidiara lo pendeja que eres.
       Sus carcajadas abrieron grietas en el pavimento, cimbraron edificios, y provocaron el sollozo de las nubes asustadizas.
       -El otro día me lo confesó la imbécil -se sobó la nariz- me dijo que te acaparo, que siempre estoy contigo. Y pues...
       -Si verdá -intento enfocar su mirada en ella-, ¡pobrecita de ti!
       Tamañas risas surgieron de aquel par que incluso la Luna palideció.


       Abrí los ojos justo cuando la dentista extraía todos esos aparatos de mis fauces. Me sonrió amablemente, como quien recibe a un viajero.

    Fotografía: jesusmolina

    domingo, abril 13

    Me pone de malas

    Fotografía: Orfield Photography

    Intento #2



       Me purga -¡pero me encabrona de veras!- que me digan que desperdicio mi vida. ¡Chingá! Si hacer lo que quiero [¡aunque no sepa ni qué putas quiero!] es desperdiciar mi vida, pues sí: ¡Me encanta desperdiciar mi pendeja vida! ¡Chingada madre!

    martes, abril 8

    ¿Quién pidió mariquitas?

    Fotografía: mmeida


       Marianita dice que debo hablar menos (sí, menos), y que debería escucharlos más a ustedes. ¿Qué dicen ustedes, le hago caso a Marianita? Dejen su opinión al respecto. ¿De verdad hablo mucho, de veras no les escucho?

       Greisi dice (o dirá muy pronto), que no cumplo lo que les prometo, que parezco charlatán, prometiendo milagros que nunca llegan. Por mi parte, creo que Greisi pide harto, si no demasiado, si más de lo que un mortal como yo (pues espero realmente ser mortal) podría cumplir: quiere un coche bonito de a devis, un mundo sin mosquitos, mucho varo para independizarse, un special cake, chocolate sin resentimientos, haraganear de lo lindo o, en su defecto, trabajar en algo chido y bien remunerado, fumar libremente, una tesis ya hechesita con su nombre, y la paz mundial, por supuesto. No es mucho, lo sé, pero si yo fuera un genio maligno, sería además avaro, y solamente le concedería tres deseos: el cake, el tabaco y el sexo masivo. ¿Acaso no sería bien generoso?

       La lluvia me recomienda llorar, pero solo puedo reír, y reír a carcajadas, porque -¿no lo han notado?- aquí todo es tan gracioso, aquí todo es tan volátil, lleno de incoherencias y arbitrariedades. No importa lo que me aconsejen, no importa lo que yo decida, a quién escuche, ni quién me hable: ni yo, ni nadie podríamos conocer tus deseos. ¡Yo mismo nunca sabré qué quiero!

       Será mejor acudir con una tarotista.