domingo, mayo 25

    El sentido de la Primavera

    Fotografía: Dey

    ¡Todo reverdece!



       Adjunto la bitácora del viaje.

       Sábado. 12:05:03 am.

       El navegante 003 realizó la siguiente observación:

       No, esto no ha pegado bien. Estoy en medio, atorado, ni aquí ni allá, o quizá me suceda lo que a aquél que dudando y dudando por fin se convenció de estar bien, de este lado que parece más ordenado, pero todo era tan perfecto, tan armonioso, que al instante supo sin duda alguna que todo aquello era un sueño y no más. En seguida despertó, cayendo invariablemente en la misma duda que me acongoja ahora. Pero, ¡qué va!, de eso hace ya muchos sueños.

       El navegante 002 en íntima reflexión apuntó:

       Hubo alguna vez un par de días muy amorosos, destinado a morir uno al nacer el otro, entre la noche de uno y la madrugada del otro lograron engendrar un pequeño limbo fruto de su pasión. En aquella burbuja, sin espacio ni tiempo, quedaron encapsulados tres bohemios amantes del buen vino y la buena hierbabuena. Su conversación se prolongó -como la ciencia indica que sucede en todo limbo- hasta el absurdo. Sin embargo, no quisieron quedarse en el vergonzoso silencio de la eternidad, prosiguieron charlando hasta atravesar los más inverosímiles vericuetos de la lengua. Con el tiempo -aun cuando hablar de tiempo no sea lo más correcto- se turnaron para satisfacer sus necesidades primarias, procurando que la plática no se extinguiera. Siempre había dos hablando, mientras el tercero o bien dormía, o cagaba, o se alimentaba. En aquel entonces -y vaya que es difícil precisar la existencia de un entonces- dos de los conversadores se enamoraron. El tercero asustado ante la posibilidad del mutismo que propician los besos resolvió jamás permitirles el privilegio de la intimidad, evitando así también el riesgo de la procreación, la cual además daría pie a una tertulia más extensa. Aunque, fue más bien el temor a un amor sin fin lo que provocó que ese par desistiera de su amorío.

       El navegante 001 en tremendo trance puntualizó:

       Yo chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo, y chupo... y la paleta, por cierto, pareciera que nunca se acabará.

       Fin de bitácora: Sábado 12:05:59 am.

    3 comentarios:

    kar dijo...

    pues esa paleta obviamente no es de dulce, ya chupa otra cosa, pues parece que quieres que se termine

    ALCIDES MONTES- dijo...

    Estuvo divertido el cuento. Felicidades.

    depasonico dijo...

    y si los navegantes se la pasaron bien, por que tendria que terminar? o existe un continuara...