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    viernes, octubre 31

    Hace diez años intenté dejar de fumar

    Los zapatistas son el camino


       Van ustedes a creer que La Máquina Insurrecta del Sur habla bien de mí, ¡Dios mío, a dónde va a parar este mundo! La verdá es que yo estaba requetenervioso, no sabía ni que decir, sonreía bobamente -más que siempre. Me parecía poco apropiado preguntarle sobre sus ligues: y le pregunté. Admito que no esperaba tal minuciocidad al contar los detalles exactos en que las... bueh... no hay por qué rememorarlo todo. Basta decir que me cayó tan bien como desde el primer día que leí su bló (muy bien, pues). Aunque creo que se molesto un poquillo cuando le robé su último cigarro, porque además no lo pedí amablemente: ¡Ey, tú, las máquinas no fuman, dame esa cosa o te arranco los circuitos!

       En fin...

       El viaje al Hoyín del Infierno fue insólito, así: insólito.

       [Todos, por favor, pongan cara de sopresa a las tres: ¡1, 2, 3! ¡Sorpresa!]

       Ahora, si me permiten -y aunque no- concluiré este posto. Mañana quizá amanesca, y quiza haya otro posto, de ser así, mañana seguiré con mi gusto por las esdrújulas, por los participios futuros, y por las muchas redundancias.

    lunes, julio 28

    Pláticas con uno mismo



       Meditaba, -está bien, bobeaba pues.

       -Qué esto del bló no era para publicar lo que se me viniera en gana. Me pregunté.

       Ni yo me hice caso, literal: nadie me pela.

       -Ni que fueras banano- me contesté-. A uno no lo "pelan", se dice "no me prestan atención" (porque la atención es nomas prestada), o bien, se dice "no me rapan".

       -¡Uy! ¡Pero si andas de un gracioso in-so-por-ta-ble!

       -Ya ves- me sentía de un excesivo amable conmigo mismo.

       -Entonces, qué, ¿puedo publicar lo que se me hinche?

       -Si vas a seguir escribiendo así, ¡por supuesto que no!- me regañé.

       -¡A la ve#*a! ¡No me vas a decir que puedo y no puedo publicar! ¡Y no me censures hijo de tú madrecita linda! ¡Ni cambies mis palabras! ¡Tus trucos sucios no funcionarán!

       -¡No rezongues!

       Disculpen ustedes. Vuelvo en un rato cuando haya escrito algo bonito (corregido cuando menos tres veces).


    Hurtada desde: nita_turtle

    Un día de estos cobraré por robarme fotos. Hasta entonces...

    sábado, mayo 31

    Mayo, así se escribe

    Fotografía: Pedro Moura Pinheiro


       -Fue un bonito mes, ¿apoco no?, lleno de fanfarrias y fuegos artificiales.
       -¿Te gustó?
       -¡Por favor!
       -Vaya...
       -¿Vaya, qué?
       -Ay, nada.
       -¿Nada?
       -Sí, ná...
       -¿Insinúas algo?


       Ella continuó empecinada en exterminar su dulce de tamarindo.


       -¿A ti no te gustó?
       -Mmm...- mustió.


       La indignación escurrió de todas mis cavidades, chorreando hasta el piso de aquel minisuper. No lo podía creer. En un solo mes habíamos hecho hasta lo inimaginable (la exageración mediante). En ocasiones ya no sabía de mí entre tanto juego de pasión, entre tanto exceso, lujo y amor. No me vengas con el cuento de que tú no estabas en la misma onda que yo, si mil veces te vi sonreír radiante como el gato de Cheshire, le dije.


       -No insinúo nada, te seré franca- dijo sin despegar la mirada de su tamarinda presa -. Me alegra que te hayas divertido, que disfrutaras estos días conmigo, y que hasta me estés agradecido. Pero, la verdad, ya nada tenemos que hacer juntos. Además, quiero dedicarle más tiempo a mi tesis, y no quisiera que padecieras por mi falta de tiempo.


       In-cre-i-ble. ¿Uno está preparado para este tipo de cosas? ¡Obvio que no! Pero uno finge, ante todo: me mantuve expectante, no quise ni respirar (permítanme exagerar aun más). Decir algo me llevaría al camino de la estupidez, como siempre sucede, aunado a lo patético que sería rogonear. Era momento de apretarse los tanates y salir huyendo con ellos entre las patas. Aspiré hondo. Ella alzo sus ojitos pispiretos, me sonrió con una malicia sin igual.


       -¡Ay, pero cómo crees!- se carcajeó.
       -¡Caigo tan fácil!
       -Y no aprendes.

    jueves, abril 17

    Moneras

       Allá afuera del consultorio había dos muchachas, como las hay muchas hoy en día, vestidas a franjas, con flequillo sobre los ojos y tenis de tela. Charlaban entre sí, en medio del aburrimiento ellas fungían cómo mi televisor:


       -No huey -cubría su nariz con el puño-, yo no tengo ningún pedo con esa vieja, es ella la que los tiene conmigo.
       -A ver, presta eso -ansiosa le quitó el pedacito de estopa, lo abrazó entre los dedos, acercó su puño a la nariz e inhaló- y qué, ¿te tiene odia o te quiere coger?
       Sus risotadas retumbaron sobre las hierbas aledañas haciéndolas bailar.
       -No mames -repeló mientras tallaba sus ojos-, me tiene envidia, más bien celos.
       -Pues ni que estuvieras más buena que ella -fue su turno de aspirar un poco más de gloria- nomas que te envidiara lo pendeja que eres.
       Sus carcajadas abrieron grietas en el pavimento, cimbraron edificios, y provocaron el sollozo de las nubes asustadizas.
       -El otro día me lo confesó la imbécil -se sobó la nariz- me dijo que te acaparo, que siempre estoy contigo. Y pues...
       -Si verdá -intento enfocar su mirada en ella-, ¡pobrecita de ti!
       Tamañas risas surgieron de aquel par que incluso la Luna palideció.


       Abrí los ojos justo cuando la dentista extraía todos esos aparatos de mis fauces. Me sonrió amablemente, como quien recibe a un viajero.

    Fotografía: jesusmolina