viernes, febrero 29

    Y el adicional (29)

    Fotografía: lyona


       Hay veces, cuando estoy entre aburrido y soñoliento, justo al centro de mi pereza y desenfado, que me dan ganas de copular, como un buen mamífero.

       Solamente quisiera coger a la primera señorita, señora, o persona, que cruzara en mi camino, e introducirle mi aparatito en la ranura más adecuada. Todo sería sumamente breve, no más de un par de minutos: antes precoz que aburrido. Después dormiría, o correría por las áureas praderas hasta caer rendido en el pasto; no importa, nunca importa después. Todo radica en el antes.

       Pero, ¿qué clase de bestia sería yo si realizara estos sueños? Me pregunto con cierta indignación. ¡Sería un bárbaro! ¡Un gorila enfundado en pantalones! ¡Un perverso personaje de Hentai! Ese no es el camino, hay que hacerlo a la humana, como se acostumbra entre estos bípedos cabezudos. Porque, señores, no hay razón para ser incivilizados -sino es necesario, claro está.

       Las ansias de carne me queman las entrañas, pero trato de vislumbrar la vía más corta para desahogar esta presión. Cual recetario: (1) Encontrar una personita simpática que cuente un chiste mientras me fumo el cigarro posterior al acto. (2) Convencer a tal personita de que no pretendo únicamente internarme en sus carnes, cuando en verdad solo eso pretendo, y prometerle por los cielos que entre nosotros hay algo más -sepa dios qué más. (3) Negociar sus favores: guara, guara, guara...

       Nada bueno puede requerir tanto esfuerzo, tanta tensión, tanto ajetreo y malos entendidos: ha de ser una estrategia más del demonio, igual que el matrimonio. Un escalofrío recorre mi espalada.

       Tengo el verdadero camino justo en mi mano: me entretengo en el baño por unos minutos -un par, ya se dijo antes. Lo sé, no es lo mismo, es una mala copia que acalla por un rato mi deseo. Sin embargo, a menudo una ficción personal es preferible ante una realidad que nos es ajena.

    sábado, febrero 23

    Ahora pensaba postear una guarrada

    Fotografía: f__afuu


       Cuando de pronto, revisando cabalmente los pendientes del Reader, encontré el más reciente posto de Cinder. Y entre los premiados por Cinder encontré a éste, su adorado blog. Mi corazón galopó un instante, luego se detuvo exánime.

    ¿Qué es esto de ganar un premio?


        Aclaremos un par cosas antes:
    1. No es que no me sienta halagado por recibir este premio, al contrario, me siento muy afortunado al haber sido premiado por Cinder, cuyo blog admiro. ¡Mil Gracias Cinder!

    2. Sí, mi vanidad está desborda por hoy, pero no se fijen, mañana volverá a la normalidad: su mínima expresión.

    3. Creo que no hay punto tres. (Si usted ve un punto tres, no dude en contárselo a su oftalmólogo de confianza.)

       No discutiré qué es "ganarse un premio". Sea lo que fuere, se siente bien, y ante lo que se siente rico uno no se queja (sería una absoluta descortesía).

       Un poco de historia (para el ocioso): el premio inició su recorrido aquí, al parecer fue idea de Eseya, y además tiene ciertas reglas (casi como un meme).

       Eso de seguir lineamientos me eriza los pelos, no solo los de la cabeza, y no precisamente de gusto, aunque tampoco me disgusta del todo. ¡Qué va! Nomás no los quiero seguir. Así tampoco quiero ceder mi premio, bueno, no sin antes consultar su opinión querido y amable público. Porque somos democráticos (como debe, solo en lo políticamente intrascendente), dígame usted postlector ¿a quién le pasamos el premio? ¿Quién sería tan feliz como yo al recibirlo, o más quizá? ¿Quién seguiría los reglamentos del premio, a diferencia de mí?

    ¡Vamos, esperamos su pronta opinión!

    ¡Siéntase juez y verdugo!

    ¡Nomine a uno, o a cinco!

    ¡Autonomínese!

    ¡Aquí todo se vale!*

    ¡Déjenos saber sus preferencias!


    Mire qué chulada de premio le aguarda:


    Sea la envidia de sus postlectores.






    *No se consterne, la decisión final es mía.

    jueves, febrero 21

    Ayer iba a postear.

    Fotografía: Pip_Wilson


       Pero preferí quedarme zorreandole a Greisi hasta altas horas de la madrugada. Lo cual, si alentador, de cualquier forma, fue infructuoso, pues Greis -quien junto a mí afirmó que darse a desear, hoy en día, es completamente innecesario- me dice que sí, que sí, que sí, ¡pero jamás cuándo!

       Con todo, a medio día andaba muy alegre, sonriendo a cuantos cruzaron su mirada con la mía. Tras un rato noté la causa de esto: los pequeños sueños que las Jacarandas acumularon, a lo largo de un año, hoy comenzaron a alfombrar la ciudad. Los sueños caídos invariablemente me pintan una sonrisa de bufón desde una sien hasta la otra.

       Ya un poco caída la noche (sí, ella también se cae, y me alegra), me topé con cientos de personas mirando para arriba, un poco a la izquierda, ahí estaba la Luna, algo más morenita, pero la misma de siempre (¿o acaso es otra y vivo en un error?). La verdad, yo, igual que la señora de las quesadillas, preferí quedarme viendo la telenovela. ¡Ni que por estar en lo oscurito me fuera a enseñar, la Luna, sus nalgas! ¡Astro más apretado no conozco!

       Y ahora mismo ya es mañana, ¿pero mañana? Mañana, ¡quién sabe!

    viernes, febrero 15

    Un Segundo, ¿sigue vivo?




    ¡Por supuesto!
    y latiendo a





    2013
    revoluciones por minuto.


    Vayan:



    [...]Acaban de asesinar a Díaz -ya cada vez quedamos menos[...]

    miércoles, febrero 13

    ¡Ranas!

    Fotografía: the left-handed robot


       Nuestras conversaciones han mejorado: ella ya no confunde mi voz con la del disipado narrador de esta pésima telenovela, de la cual yo les sirvo el refrito. Nuestros silencios se han tornado cómodos, antes eran como pequeñas intervenciones odontológicas. Con todo, nuestra comunicación alcanzó su punto más álgido el otro día, déjenme les cuento.

       Me encanta como camina, y como levanta la mirada tras despegarla de algún libro, y también su risa desaforada cuando recuerda el chiste que le conté minutos antes, por esto procuro contarle chistes, regalarle libros y salir de paseo a menudo. Fue justo en este invierno, que aun conserva un tufillo otoñal, que me decidí a confesarle mis más profundos sueños.

       -Hace tiempo que no consigo dormir bien- me estremecí igual que las hojas secas que triturábamos a cada paso -. Hará más de cinco días que, entre sueños, veo a un hombre que corre hacía mí, o será más bien que yo floto hacia él, y a pocos centímetros de tocarnos, voltea a verme y grita con su último aliento: ¡Son tres! Acto seguido, el hombre este revienta cual bolsita de catsup. ¿Tres qué? Me pregunto al despertar.

       -¿Qué sé yo?- Si no caminara tan sensualmente, hubiera enfurecido ante su falta de interés, pero tenía que hacerla mover ese par de nalgas otro rato más: no me quejé, y nos acercamos por los senderos a un apacible silencio.

       Noté que había olvidado la última vez que la besé, incluso la primera. ¿Cómo fue que nos conocimos? Acaso no eramos un par de extraños atravesando por error las mismas callejuelas. Ella ni siquiera me miraba. Fue entonces que tuve una revelación. Obvio, la compartí con ella.

       -Uno el martes pasado: un ambulante hecho trizas por el trolebús. El segundo: un ancianito mandado a volar por el metrobús.

       -¿Y eso qué?- se giro para verme mientras esperábamos el cambio de luces del semáforo.

       -Quizá sea yo el tercero. Pero debo que asegurarme que no-. Estiré la mano para atrapar su nariz entre mis dedos, sé cuanto detesta que toque su enjoyada nariz, entonces ella, dando un paso hacia atrás, resbaló de la banqueta, y un microbús resolvió mi dilema, mi preocupación por la finitud, emabarrando a mi amada, hecha mermelada de fresa, sobre el asfalto.

    lunes, febrero 11

    Torbellino

    Fotografía: XgeminisX

       Así que todo se arremolinaba. Debí saberlo antes, cuando vi a las viejas del pueblo degollando gallinas, cuando desaparecieron las risas de los niños y solo quedó el silbido monótono del grillo, cuando incluso la necia cigarra enmudeció, augurio de su propia muerte. Pero uno siempre piensa que volverá a amanecer. Cosa nada descabellada, imaginen ir a dormir arropados con la certidumbre de nuestra evanescencia. Es más sencillo dormir con la angustia de que venga el Coco para comernos a cachos y luego chuparse los dedos.

       Todo es más sencillo así. No quitaré el dedo del renglón: no hay que complicar más estos enredos. Seamos sinceros, cínicos, pero jamás charlatanes.


    Hoy ya no tengo con quien soñar húmedamente.


       El mercado de mis fantasías es cada vez más exiguo. Ahora me conformo con simplezas, vaguísimas reminiscencias de mi memoria, que cada día, como vídeo gastado, se deterioran más. A veces ya no sé qué estoy haciendo, ni a qué (sí, a qué) se lo estoy haciendo. Ya ni siquiera sé que siento, si es deseo, gusto por la rutina, o deleznable amor.

    Fuente

    jueves, febrero 7

    ¡Te estaré leyendo!

    Imagen: *мιlαҺ

       Esa fue la amenaza que recibí el otro día. Aun tengo miedo, más bien angustia. ¿Que tal si escribo algo ofensivo y se ofende mi amenazador(a)? Que tal que nunca más me vuelve a amenazar, uno sabe bien que para ser un reconocido bloguero hay que tener un enemigo, alguien que nos miente madres en los comentarios, o de menos, algún fanático que trate de convencernos, ofendernos o asesinarnos (acá ya había conseguido un par de estos.)

       Como fuese, espero siga por ahí vigilandome. [¡Hola Ojito fisgón!] De verdad agradezco su visita. Porque usted querido postlector, muy a mi pesar, no tiene los poderes sobrenaturales, o las palabras mágicas (¡chin pum pan tortillas papas!), que logran que suceda lo insospechado. A ver, les explico.

       Hace un par de semanas, el Maestro Teen mencionó que era un desacierto del canal cinco no transmitir cierto programa (aludido gráficamente en este post). ¿Qué creen que pasó? A la semana siguiente programaron la retransmisión de susodicha serie de televisión. ¿Coincidencia? No lo creo. Seguramente alguién influyente lo leyó.



    No me atrevo a decir nombres.



       Así que espero fervorosamente, que no únicamente mis enemigos, y mis amigos, y ustedes ávidos postlectores, me lean (lo cual, por otra parte, agradezco mucho que lo hagan, pero éste no es un post para halagarlos, otro día me desvivo en lisonjas para ustedes), sino que tengo la seguridad de que alguien importante está hurtándome las pocas y torpes sugerencias que hago al mundo.

       No se preocupe amable Ojo fisgón, siga, siga robando cuanto le plasca, juro que no reclamaré más que el derecho de poder decir a mis amigos y familiares ¡Hey, yo ideé eso, no ellos! ¡Malditos!

       Por un rato recibiré mimos y apapachos, igual que un niño al cual un bravucón le ha quitado la torta. Con toda esa clase de pequeñas atenciones soy taaan feliz, que no pido más

       Pero no se sienta mal querido postlector, usted goza de una virtud excelsa entre todas las dignidades humanas, a saber: la de inflamar mi incipiente vanidad. ¡Las midiclorias los guarden en su gloria por esto!

    Imagen: sean grobe


    [Por cierto, uno de los incidentes de la semana pasada fue documentado por Defeña salerosa aquí, y por el universal acá. Y no, no era de la tercera edad.]

    domingo, febrero 3

    Cada mes


    Febrero
       Lu Ma Mi Ju Vi Do    
        1 2 3    
        4 5 6 7 8 9 10    
        11 12 13 14 15 16 17    
        18 19 20 21 22 23 24    
        25 26 27 28 29    
    Foto: true__confidence

       Todo iba bien. Fue solo una pequeña confusión. Con un poco más de tiempo me hubiera vuelto a orientar, y habría encontrado el camino a casa. Y no es culpa mía, cada que vengo, a estos jovencitos se le inventa cambiar los negocios, y eso es algo que confunde a cualquiera. Antes había cinco o seis tortillerías, hoy solo vi una, quizá el próximo mes que vuelva ya no habrá ninguna. Y ese jovencito llamando por teléfono, acusándome con Ana. ¡Qué si los patitos le tiran a las escopetas!

       A mi no me gusta ser una molestia, aun puedo ir por el mandado, sino diario, sí de vez en vez. Después de todo uno necesita cosas que los jovenes ya no compran, o que podrían abochornarlos. Además Ana no conoce a Doña Isabel, ya menos aun sabría sobre las veladoras para mis Santos. ¡Qué va a saber ella de Santos, si se la pasa viendo caricaturas! Me preocupa que su mamá nunca la lleve a la iglesia. Yo misma la llevaría, si mis piernas fueran más fuertes, si su madre no dejara de recordarme mi osteoporosis. ¡Vaya, palabreja! Los medicuhcos ya no saben que inventar para tenerlo a uno siempre en cama, todo modosito y sin hacer ruido, no fuera uno a molestarles con sus achaques.

       ¡Que más da! De cualquier manera uno aprende a estar cada día más callado, ya hay tan poco que decir, y tan pocos que lo oigan a uno. No importa, la verdad. Pero eso de prohibirme salir de casa cuando se me de la gana, ¡eso, eso, eso es...

       -Señora, -le gritó en el oído el administrador del lugar -Su nieta ya viene en camino por usted, estaba muy preocupada. No debería salir sola, pudiera perderse, o peor aun podrían asaltarla. No está usted en edad para estos trotes.

       ¿Y éste que sabe de edad, y de trotes? Pendejo empleaducho de tercera que no sabe nada más que sonreír. ¡Ahora finge preocuparse por mí! ¡Se nota que ni su madre le interesa! ¡Sí lo que quiere éste, como todos, es dinero, puro dinero! No le preocupa que me asalten, sino que no sea él quien se lleve el botín.

       -Creo que ya no escucha la señora- le comentó el administrador a una coqueta empleada de limpieza -y seguro no ve muy bien, me ha dicho varias veces "joven".

       El siguiente mes seré más cuidadosa, escaparé luegito Ana y su mamá salgan por la mañana, una sonrisa jugetona se delineaba entre sus arrugados labios mientras planeaba esto, así tendré tiempo de perderme y, aun así, regresar antes del atardecer.