lunes, junio 30

    ¡Feliz, feliz dos mil ocho!

    Fotografía: hjw223

       

    ¡Ánimo!



       Poquito más y matamos este año como se debe: ¡a botellazos!




       Yo ahorita me voy con mi botellita a festejar al paseo Santa Lucía.




       Ah, sí, y felicidades también a todos los que cumplen años este año. Invítenme a los festejos, ¿no?

    Garnachas anglofóbicas



       Y el ICME, en concienzuda consonancia, recomienda a los deseosos en visitar estas inframundas tierras:


    Water

    Tap water in Mexico is not clean enough to drink. We recommend that you drink only bottled water while in Mexico (around MX$10 per 1lt bottle; somewhat higher prices are to be expected in tourist areas).

    Food

    You will find a wide variety of restaurants ranging from those serving international and Mexican food, to specialty restauarants serving Chinese, Italian, French, Grilled meat, and others, and, of course, let us not forget the unavoidable fast food. Mexican food varies widely between regions. Food in Monterrey is not as strong and spicy as is found in other parts of the Country. You might want to sample the local cuisine as well as dishes from the rest of Mexico. It is famed worldwide for its variety, tastiness and sophistication. However, we strongly recommend that you avoid heavy meals, especially if accompanied by tequila or other strong drinks. Taste small portions and drink plenty of mineral water. It is also a good idea to have anti-acid medicine handy in case you overdo it. Please, do not eat food sold out on the street, for it is likely to make you ill if you are unaccustomed to it.*




    *El énfasis lo pusieron ellos.

    Muero de nervios

    Fotografía: André di Lucca


    ¡Tengo nervios!


    [Sí, ya sé, todos tenemos nervios, fisiológicamente hablando.]

    ¡Estoy bien nervioso!


    [Está bien, todos estamos llenos de nervios, también.]

    ¡Me hallo completamente enervado!


    [No, no ingerí nada "ilegal", aunque quisiera.]


    Me encuentro inquieto, ansioso, angustiado pues, pero de esa angustia buena, de la bonita, de la aventurera, de la locuaz.

    ¿Qué más?

    Todo gira, como un torbellino, y uno está trepado en él, porque -obvio- uno quiere viajar a Oz, ¿usted, no?


    Porque la lección que aprenderemos -si uno está sugestionado para ello- será que lo importante no es el camino, ni llegar hasta el final, ni la amistad, ni la verdad, sino, simplemente: no vomitar en el avión.

    Y, ¿si el avión se cae?

    Se cae, se cae, se cae
    .
    .
    .

    ¡Ploc!


    [No olviden volver a este su bló amigo, cuando mis angustias, o las suyas, hayan pasado.]
       

    Nací para morir sin gloria

    Ilustración: Jaume d'Urgell

       Nomas no puedo. Trato, pero cada vez que estoy a punto de escribir algo así como va, acabó por abandonar el intento. Tengo miles -la exageración mediante- de borradores esperando el día en que me libere de esta maldición. Aguardo con ansias el momento en que deje de ficcionalizarlo todo, bueno, de eufemizarlo, y pueda escribir con menos enredijos. Porque a veces me preguntan que si esto, que si lo otro, que qué es verdad en mi bló, y nunca sé responder. Más bien, respondo con más invenciones mías, que no son del todo mías, son en realidad refritos de viejas series de televisión, de chismes del TVyNotitas, y de anécdotas del Libro -gloria de la literatura mexicana- Vaquero.

       ¿Apoco no me creen?

    viernes, junio 27

    Mañana es cualquier día

    Fotografía: aaflotante


       Él no era un monstruo, solo no sabía despedirse de aquel lugar: huyó. Después de todo así llegó, en plena huida de sí mismo. Ahora se iba, según el mismo presumía, en busca de sí mismo. Cuando menos ahora conocía mil vericuetos de la lengua por dónde retorcer su presunta búsqueda. Sabía que no llegaría lejos, que los sueños con los años se apagan y la terquedad con el tiempo se arraiga.

       Era hora de conocer el mundo, hacía mucho se había convencido de esto, era momento de departir el pan con los demás -como si no lo hubiese hecho antes, aun cuando no se hubiera dado cuenta. Creyó se trataba de un momento especial, que tenía su destino en las manos, que podría moldearlo como panqué, mera ilusión suya. Seis años solo para aprender que en ningún lugar los límites son claros, pero que nada es del todo obtuso: filosofía del poquitero.

       Arrojó el cigarro, caminó por aquellos largos y estrechos pasillos, en los que nunca hizo amistad alguna, en los que jamás discutió ninguna teoría fundamental, en los que ni siquiera meditó con alguna rigurosidad. Pasó como una sombra, más bien como un espectro, presisamente: como una burla sobradamente gris. Aquel no era su sitio -nunca lo quizo como suyo-, lo sintió desde los primeros días, pero también supo que no resultaría fácil abandonarlo. ¿Cómo dejar de respirar ese vaho de pedantería, soberbia y galantería sabia que no tiene igual? La muerte antes que la ruina de una vanidad insulsa -que no todas las vanidades son insulsas.

       Se lavó las manos, trantado de olvidar toda su irresponsabilidad. El agua jamás podría librarlo de esa culpa, ya siendo muy viejo continuaba aburriendo a su parentela con la cantaleta aquella de que la pereza y la desidia son las peores enemigas de la vida, de no haber sido por aquel par maligno -decía rabiando- quizá hubiera sido un Heráclito, un Hume, un Hegel, ¡un Jean Paul Sartre! Pero todo cae por su propio peso, o será, querido amigo Aristóteles, que sucede así porque las cosas ansían alcanzar su lugar natural.

       Salió para no volver, aunque más bien exageró. Imaginó la escena mil veces, dos mil, para ser exactos: una en que el mundo lo recibía lleno de glorias y alegrias, de abrazos y recompenzas injustificadas, en la que todo era fiesta y resplandor; la otra, no más probable que la anterior, consistía en una lluvia de escupitajos divinos, de ofensas humanas y de burlas inhumanas. Nada de esto sucedió.

       Nada extraordinario: nada. Llegó hasta el camión sin despertar la menor sospecha, ni en el público ni en dios, de que aquello era una vil deserción. Ya sentado, se sonrió, pícaro, convencido de que todo en el mundo es una reverenda broma mal contada, se contuvo para no vomitar una carcajada tal que podría haber mancillado la seriedad de este hemisferio tan respetable. Tan solo suspiró un jiji sorosado.

    martes, junio 24

    Mañana post tristísimo...


















    ...si es que mañana me decido a escribirlo.



    viernes, junio 6

    Ya se enteró

    Fotografía: Ramon Meneses


    Que suena el teléfono.

    Que lo contesto.



       -¿Bueno?
       -Ya supe, puto, que andas con *******a.
       -¿Quién habla?
       -No me cambies el tema, pendejo. Tú bien sabías que yo aun quería con ella, y no me digas que no.
       -Pero...
       -¡Pero mis huevos, cabrón! ¡No hay ni un pinche pretexto que te salve de ésto! ¿Qué ya no te acuerdas que hace tiempo, hace un chingo, acordamos no volver a robarnos las viejas?
       -¡Ah! ¡Hola, ****!
       -¡Que te ahoguen las putas olas! Porque ni “aguas” me dijiste. Te abalanzaste sobre ella como perro hambriento, como si ella fuera el último vaso de agua en el desierto, perro inmundo. Tan siquiera me hubieras contado, tan siquiera me hubieras comentado algo. ¡Pero no! Todo lo hiciste en lo oscurito, abajo del agua, como negocio sucio. Si me enteré fue porque eres un borracho boquiflojo. ¡Apuesto que no sabes quién me contó!
       -Sin duda fue L**.
       Brotó un pequeño silencio, raquítico, malnacido, que pronto enfermo y heredo su trono a una furia lagrimosa.
       -¡Es que no mames! ¡Aun tenía esperanzas! Le estuve hablando bonito a últimas fechas, y ella no me hizo el feo. ¡Cuando me le insinué, ella me siguió el juego! ¡Y tú, culero -culerísimo-, me robaste el último chance!
       -No, bueno...
       -Cállate. Si tuviera más tiempo, si el trabajo, mi esposa y los niños no fueran tan absorbentes, ¡te juro, malparido imbécil, que iría hasta tu casa para romperte la madre, para arreglar esto como se debe!
       -Por cierto, ¿cómo están los chiquillos?
       -Mira que bien, aunque al mayorcito lo noto un poco amanerado, pero ya le estoy corrigiendo eso.

    lunes, junio 2

    En otros temas

       Soy pobre: monetariamente hablando. Oficialmente: un desempleado. Moralmente: buscando venderme al mejor postor. ¿Qué ofrece, joven? me preguntarán. Ná: esta carne tullida y guanga. Vaya: le juro que sé preparar hamburguesas. ¿Y tacos?, no, esos son muy complicados. Sin duda tendré que mentir: pasé mi juventud cultivando a los clásicos. Nadie me va a creer: si me creen, no les importará: si les importa, no me contratarán. Necesito un Mecenas. Dígame: ¿qué tan prólijo es usted con las letras? La verdad, soy avaro: prefiero comerlas. Pero estoy dispuesto a todo: la última vez que pronuncié esto no pude caminar por varias semanas. Lo admito, no soy tan barato: culpa del padrecillo que me inculcó un mal sano amor propio. ¡Prefiero morir de hambre antes que limpiar escusados de hombres! ¡Sos pura mierda, Sistema! ¿Qué dices; lujo, lujuria, drogas? ¡Basta! Sabes que te compro entero: tu infomercial es tan convincente. Solo déjame pedir prestado: ¿estás ahí tío Pío?

    Junio

    LuMaMieJueVieDo






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       [Mi inconsciente goza con la vagabundería: me saboteó escribiendo mal mi teléfono. Tienen una entre diez-a-la-séptima-potencia posibilidades de llamar a mi casa, aproximadamente. Aunque si prefieren rascarse la barriga que llamarme, allá ustedes, harán bien.]