miércoles, enero 30

    El Germen de Mal Aguero.

    Fotografía: dimitridf


       Ya se lo conté, no tan bien como a ustedes, pero ella apenas si reaccionó, se limitó a abrir un poco más sus acaramelados ojos, y continuó comiendo. A las 6 de la tarde, justo cuando el sol anda rondando sobre el rinconcito de tierra en el que dormirá, si uno come ¿se considera cena temprana o comida tardía? La comida fue buena, bueno, no; la compañía era buena, bueno, tampoco; la atención era buena, bueno, más bien pésima. ¡Carajo, por más que me esfuerzo nada fue bueno! Y esto tampoco lo es. Así que mejor apretamos el paso (y solo el paso).

       Tras la comida, ella comenzó resolver el crucigrama del diario. Como detesto eso. Detesto aun más cuando despega por un segundo la mirada de la mesa para preguntarme qué pasa, y yo, más por pendejo que por amable, le digo que nada. En ese instante todas las moscas se burlan de mí, puedo oírlas, aunque se cubran la trompa con sus alas. Pero sobre todo detesto que un maldito germen de soya se incruste entre mis muelas so pretexto de salvar su vida. ¡Carajo, mi lengua no es tan persuasiva como creía! El germen se negó a salir.

       Cansado de luchar contra el germen del mal, me quede admirándola un rato, ella siempre tan diligente, tan afanada en resolver ese tipo de porquerías. Es tan linda, ¡pero basta!, basta de gastar alabanzas que jamás leerá. De pronto me estaba quedando dormido, con la mirada fija y la barbilla apoyada en una mano, cabeceaba como un gallo enfermo. Al regresar del sanitario me pidió que nos marcháramos, ya era algo tarde y estaba cansado de hacer sobremesa.

       Caminamos hasta el metrobús sin intercambiar siquiera un monosílabo, lo cual hubiera sido más agradable. Abordamos el transporte, había pocos asientos disponibles, así que nos separamos. Esto me dio oportunidad de dormitar con mayor cinismo.

    ¡Clap!



       El metrobús jaloneó, como si el conductor dudara de entre oprimir el freno o el acelerador. ¿Qué fue ese ruidito? De seguro le pegó a un carro, declaró un jovencito a mi lado. No, los autos suenan más crujientes. Y de pronto, por el radió de la unidad se escuchó que había sido una persona de la tercera edad, la cual se hallaba inconsciente pero aun viva, a la altura del Teatro Insurgentes, que la ambulancia ya iba en camino. Todos voltearon a verse entre sí, incluso ella me buscó. Luego hubo un leve suspiro y el metrobús se detuvo.

       Por supuesto no soy ningún patán, aunque tampoco un caballero (¡dios me salve!), así que me acerque a ella. ¿Para tranquilzarla? ¡Uy, sí! ¡Cómo tú le das tanta confianza! ¡Cómo si ella no fuera más fuerte que tú! ¡Qué yo! ¡Yo soy el cobardón! Eso fue, tenía miedo y busqué su refugio.

       Por fin llegó otro metrobus para rescatarnos, descendimos de el-culpable-atropella-viejitos y caminamos hasta el otro, pero a medio camino ella cruzó hacia la banqueta y me gritó:

       -¡Sabes qué, mejor tomo un taxi, nos vemos!

       El policía y yo, nos quedamos con cara de pendejos, aunque a él se le veía más natural. Abordé el metrobús salvador. Ahora, ya en casa, me doy cuenta que su reacción fue la mejor que pude haber esperado. Considerando que sus ojos, además de acaramelados, están tan desorbitados como la anatomía humana lo permite, entonces, su esfuerzo por abrirlos poquito más resulta completamente inaudito. ¡En serio le encantó mi relato! ¡De veritas lo nuestro es aun posible!

    ¡Qué importa un viejo muerto cuando un joven ama!



    ¡Ah, pero ese germen ahorita mismo se larga de mis premolares!

    5 comentarios:

    Violette dijo...

    oras, dígame don ¿donde comió? ahora malgasto mi dinero y escasa resistencia gástrointestinal en catar lugares de comer en insurgentes. Buen relato, las mujeres fatales sí que saben reaccionar!

    Suerte!

    Anónimo dijo...

    Atropellados por aquí, atropellados por allá... en Insurgentes... y en Eje Central!? wuoras! sus historias me siguen sosprendiendo... Espero verlo pronto, te mando un beso y un abrazo, cuídate mucho, estamos en contacto, Saludos! =)

    G Santos dijo...

    ¡Ah!, por eso es mejor el Metro (así, con mayúscula como usted lo escribe), ahí no hay riesgo que algún pobre inocente sea muerto por este transporte, el que muere es porque quiere.

    Saludos.

    Anónimo dijo...

    hola dob B!
    Haa ps puro muerot y atropellado, esto ya parece el alarma jojojoj!!
    Y ps no on me gustaahogarme ni torurarmedurante ... ya sabemos que ...y no cierto!!! q se me hace q su mente ni llego a la esquina del monitor ...juarjuarjuar

    En fin ps vaya despidiendo al anonimo y abrale paso a la ley del monte..su señor!! jajajachale!!

    adios!

    Ed dijo...

    jajajaja quiza es el detino que trata de decirle algo ...

    algo como...

    en el amor don B, usted es un atropello...