jueves, enero 8

    Meditaciones envueltas en aluminio para llevar

    Fotografía: feastoffools


       El pasado cinco de enero tuve la fortuna de ser uno de los revendedores oficiales y reconocidos ante la H. Asociación Nacional de Jugueteros. Mi tarea era relativamente sencilla: convencer a los Reyes Magos sobre la inconveniencia de regalar mirra, incienso u oro, e informarlos sobre lo educativos que pueden resultar los nuevos juguetes de plástico con rebabas. Los viejos se mostraron un poco renuentes al principio, pero tras largas argucias argumentativas acerca de como están perdiendo mercado frente al regordete ese que se enfunda en fieltro rojo accedieron a llevar algunos de nuestros productos. Les ofrecí solo lo mejor: camioncitos de carga, muñequitas de ojos saltones, el ajedrez palestino-israelí, y los ya clásicos juguetitos chillones con forma de animalitos extintos por el hombre, pero nada llamó más su atención que los nuevos maletines de instrumentos. De estos los hay de dos tipos: el maletín de reparador que contiene muchas pequeñas herramientas de metal, martillos, desarmadores, pinzas, sierras, y hasta un cautín que solda de verdad; y el otro, un maletín médico que consta simplemente de un estetoscopio, un par de cuchillitos, unos abatelenguas y unas de gafas sin cristal ni mica, todo de plástico. Los dizque Santos estos me pidieron les vendiera el lote entero con el afán oculto de conseguir un mejor precio, lo cual no les pude negar pues aun quiero ganarme el cielo. Todo iba bien hasta que les expliqué que las cajas rojas contenían los maletines médicos y las azules los de reparador.

       -Creo que hay una confusión- dijo torpemente en español uno de ellos.

       -Con gusto lo arreglamos, díganme cuál.

       -Solo queremos los de médico, los otros no.

       -Pero... bueno, el costo acordado es por todos los maletines y no tuvieron inconveniente con esto. Además, así tienen de dónde escoger, hay opción pues, ¡libertad!- no tengo idea de porque dije esto último.

       -Dígame joven- se acercó uno de ellos y con suave voz continuó, -¿qué madre en este mundo no quiere que su hijo sea doctor?

       Quedé pasamado.

       -¡Vamos, hijo, es una pregunta retórica!- vociferó uno de ellos -. Ni los reparadores quieren que sus propios hijos sigan su ejemplo.

       Hice pedazos el pedido, y volví a hacer otro, con la esperanza de que mañana este país esté lleno de médicos.

    1 comentario:

    Cobayo dijo...

    Changos... me daría miedo un país lleno de doctores. Preferiría uno de enfermeras de minifalda.